A la primera
No tardó nada, apenas unos instantes dentro del laberinto de lo de la Encarnación, para que la pequeña se
diera cuenta de que allí no pusieron una puerta.
Estas observaciones que hacen los mas pequeños, y que nos indica el grado de inteligencia que tienen, nos viene a explicar la que por lo visto es escasa en las responsabilidades, a menos, que aguanten en el silencio soportar tanta vergüenza.
Estas observaciones que hacen los mas pequeños, y que nos indica el grado de inteligencia que tienen, nos viene a explicar la que por lo visto es escasa en las responsabilidades, a menos, que aguanten en el silencio soportar tanta vergüenza.
Andrea solo tiene cuatro años, es la primera vez que viene por lo
de la Encarnación
y de inmediato le ha dicho a sus padres
con una rotundidad, y con el razonamiento de su convicción, de que allí faltaba una
puerta. Siendo cosa tan cierta, no se acierta a entender a que esperan para instalar esa puerta, que es fallo clamoroso desde el primer día.
No me ha quedado otra que preguntarle a sus padre por el nombre de la pequeña para anotarlo y que no se me olvide al objeto de escribir estas
líneas que recuerden lo fácil que a sido para esta chiquilla, de solo cuatro años, darse cuenta de
que falta una puerta, justo donde la esperaba encontrar.
Naturalmente que esto, a nada que se mire no es algo que resulte difícil hacer indicación al respecto, es mas parece de todo punto algo tan lógico, que pocas personas no dicen nada, al respecto.
La dificultad empieza cuando siendo algo tan sumamente evidente, que en las dos responsabilidades no aparezca ninguna intención por instalar una puerta, pues ya sorprendería que no se hubieran dado cuenta, pues junto con Andrea, Nilo, Marcelo, Marta, y otros tantos niños todos menores de cuatro años, evidencia que a la primera observación se dan perfectamente cuenta de que allí hace falta una puerta.
La dificultad empieza cuando siendo algo tan sumamente evidente, que en las dos responsabilidades no aparezca ninguna intención por instalar una puerta, pues ya sorprendería que no se hubieran dado cuenta, pues junto con Andrea, Nilo, Marcelo, Marta, y otros tantos niños todos menores de cuatro años, evidencia que a la primera observación se dan perfectamente cuenta de que allí hace falta una puerta.
Andrea lo ha hecho a la primera vuelta. ¿Pero donde está la
puerta? Andrea no ha sido la primera, pero tampoco será la ultima mientras que
las responsabilidades, que son dos, sean incapaces de resolver el enigma de la colocación
de las puertas en lo de la
Encarnación , cosa que solo hace falta consultar a cualquiera
de menos de cuatro años para obtener una respuesta correcta, o cuando menos confirmaran
que allí, en donde la travesía central, perpendicular a la barreduela de
cristal fanal caprichoso del berlinés que tantos aplausos llego a recibir,
palmas del talante, por semejante cosa, que no hace si no engañar a cuantos piensan
que encontraran una puerta, donde por el momento, menos las responsabilidades,
todos, incluido los mas pequeños, es algo que se dan cuenta a la primera. Claro
que a estas, es lo que tenemos.
Sevilla a 14 de Diciembre de 2013
Francisco Rodríguez Estévez
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