Tratando de encontrar lo que pudiera hacer diferentes a las
dos responsabilidades que tiene esta parte municipalizada de lo de la Encarnacion , sujeta a
un reglamento que se encargaron de incumplir, cabe pensar, que en su similitud,
la diferencia esta en los intereses.
De una parte, la publica,
compuesta de responsables irresponsables,
e irresponsables responsables, y de otra la privada, que ya desde el principio
obtuvo lo imposible, para realizar lo imposible, y lo mismo será imposible
calcular el costo económico que se empleó en el capricho, así como el tiempo
para recuperar una inversión, de por si inflada, a solo que por la minima
calidad de los materiales empleados puede observarse, sin ser especialista, por
el deterioro que en un plazo tan corto de tiempo sufrieron.
Todo evidencia que la colocación de las puertas, en este
lugar de laberíntico diseño, es un hecho tan absurdo como lo pueda ser que no
se rectifique, y en eso cabe que la responsabilidad mantiene las diferencias en
la lamentable estrategia de quitarse de en medio. Ninguna de las partes se
muestra interesada en llevar a cabo una rectificación, o cuando menos afrontar
la instalación de una o dos puertas que puedan darle al lugar el equilibrio
comercial que por desacierto y la falta
de verificaciones técnicas, con la innegable permisividad de los responsables se
permitieron.
Las responsabilidades saben perfectamente de esta
circunstancia, pero cuesta pensar, que esto que expone la tenacidad que tanto admira una de las partes, sea
insuficiente para que desaparezca esa diferencia que crea tantas desigualdades
en este espacio, por el momento anticomercial, para un importante número de
comerciantes.
La responsabilidad publica, debería de reconocer que el
fraternal cariño que confiesa tener, debería de servir para mejorar los
aspectos comerciales, ahora desequilibrados, indicando a quien proceda que se instale
una nueva puerta en este desacertado lugar municipalizado y sujeto a un reglamento
que se ha soslayado, y una Ley de
Accesibilidad que evidentemente se desobedece.
La diferencia está en que la tenacidad que tanto valora no
encuentra la respuesta que solo pasa por abrir la puerta, y de otro lado, cuando
la pretendida fraternidad se empeña en tener una lasa actitud,
en este asunto de la puerta, amparándose en excusas propias de una gobernanza débil,
por cuanto lo diferente seria hacer cumplir la Ley , y llevar de inmediato a cabo las
rectificaciones posible que nunca se cumplieron con el Reglamento municipal en
vigor. Algún día no muy lejano, cuando se abra la puerta, la diferencia puede ser un recuerdo.
Sevilla a 15 de Diciembre de 2013
Francisco Rodríguez Estévez
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