domingo, 15 de diciembre de 2013


La diferencia

 

Tratando de encontrar lo que pudiera hacer diferentes a las dos responsabilidades que tiene esta parte municipalizada de lo de la Encarnacion, sujeta a un reglamento que se encargaron de incumplir, cabe pensar, que en su similitud, la diferencia esta en los intereses.

 De una parte, la publica, compuesta de responsables  irresponsables, e irresponsables responsables, y de otra la privada, que ya desde el principio obtuvo lo imposible, para realizar lo imposible, y lo mismo será imposible calcular el costo económico que se empleó en el capricho, así como el tiempo para recuperar una inversión, de por si inflada, a solo que por la minima calidad de los materiales empleados puede observarse, sin ser especialista, por el deterioro que en un plazo tan corto de tiempo sufrieron.

Todo evidencia que la colocación de las puertas, en este lugar de laberíntico diseño, es un hecho tan absurdo como lo pueda ser que no se rectifique, y en eso cabe que la responsabilidad mantiene las diferencias en la lamentable estrategia de quitarse de en medio. Ninguna de las partes se muestra interesada en llevar a cabo una rectificación, o cuando menos afrontar la instalación de una o dos puertas que puedan darle al lugar el equilibrio comercial que por desacierto y  la falta de verificaciones técnicas, con la innegable permisividad de los responsables se permitieron.

Las responsabilidades saben perfectamente de esta circunstancia, pero cuesta pensar, que esto que expone la tenacidad  que tanto admira una de las partes, sea insuficiente para que desaparezca esa diferencia que crea tantas desigualdades en este espacio, por el momento anticomercial, para un importante número de comerciantes.

La responsabilidad publica, debería de reconocer que el fraternal cariño que confiesa tener, debería de servir para mejorar los aspectos comerciales, ahora desequilibrados, indicando a quien proceda que se instale una nueva puerta en este desacertado lugar municipalizado y sujeto a un reglamento que  se ha soslayado, y una Ley de Accesibilidad que evidentemente se desobedece.

La diferencia está en que la tenacidad que tanto valora no encuentra la respuesta que solo pasa por abrir la puerta, y de otro lado, cuando  la pretendida  fraternidad se empeña en tener una lasa actitud, en este asunto de la puerta, amparándose en excusas propias de una gobernanza débil, por cuanto lo diferente seria hacer cumplir la Ley, y llevar de inmediato a cabo las rectificaciones posible que nunca se cumplieron con el Reglamento municipal en vigor. Algún día no muy lejano, cuando se abra la puerta,  la diferencia puede ser un recuerdo.

Sevilla a 15 de Diciembre de 2013

Francisco Rodríguez Estévez

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