martes, 10 de diciembre de 2013


Empieza la esperanza

 

Acabado el largo puente que por tan esperado tuvo de todo, de lo mejor y de lo peor. Pero debe de ser que, como no puede acabar este año tan difícil de tan mala manera, que lo mas seguro sea que, en llegando el  Loreto, empieza la esperanza.

Que empezara  en el de de Santa Bárbara Bendita, no es que me asustara el petardazo de inicio de escuchar que para lo de la puerta no había posibilidades, cuando, aun este asunto de la puerta, quedó claro que era algo que teníamos que ver, y por el momento, que se sepa, el no ha venido a verlo.

 Y claro, no me vale si llega a justificarme en momento  alguno que ha enviado a alguien, peor, si aparece la de patas cortas y resulta que ni el mensajero pasó diciendo, como la nieve, que no me detengo.

No fueron las ventas que se esperaban en este día de comienzo de largo puente, pero el turismo intentaba encontrar la puerta inexistente, cargando sus abrigos y bolsos, posiblemente para ver el interior del laberinto, pues estos visitantes de provincias una vez que subieron a la azotea, buscan unos servicios en el mercado, pero antes, intentan desesperadamente encontrar la puerta inexistente.

Amaneció el deseado día de San Nicolás, y no por que fuera la interpretación nórdica de Santa Claus y su regalos, menos por aquello de que fuera la celebración de entrada en vigor de la carta magna, a la que algunos, como si fuera una puerta, tratan de encontrarle la salida.

 El cielo azul, y la agradable mañana acompañó de buen grado,  para que Eduardo Chico demostrara en su corta edad que era capaz de reunir a toda su familia.

 En el Club de su abuelo, lugar de encuentros en esta rama de la familia, evidentemente no faltó de nada, pues aparte de que coincida la fecha con el aniversario de su boda, también era cumpleaños de la consuegra de su otro abuelo, que todos los eventos los celebra en “El campito”, y para mayor coincidencia también era el de mi cumpleaños, esos que me están diciendo “retírate del toro”. Y aunque no me faltan ganas de salirme de este toreo, me imagino como estar sin nada que hacer y viviendo mínimamente tal como lo hizo aquel del que me dieron nombre, subsistiendo con una pensión de anacoreta.

Día del bautismo de Eduardo Chico, que así lo llamó el oficiante sacerdote capuchino, bautizo con celebración a lo grande.

El sábado, los turistas en la mayor parte de la tercera edad, coetáneos jubilosos, se les podía ver pasar por la calle, sin rumbo, a través de la gran cristalera. ¿Pero donde estará la puerta?

Algunos pequeños no encuentran la figura de poliéster del ternero, que ya esta en la figuración del portal de Belem de la Hermandad del Valle. Apenas tenemos público en la llamada plaza de abastos, era de esperar, pues el largo puente también invita a salir y visitar otros enclaves, ya sean turísticos o familiares.

En estas llega la mala noticia de la marcha inesperada y definitiva de un amigo. El hijo de Maruja clienta del provisional, el marido de “Piruja” (de la calle Regina) se fue para siempre, de pronto, como suceden estas cosas que machacan con un solo golpe.

 Su familia desesperanzada, destrozada y rota, no le será fácil comenzar un nuevo tiempo de esperanzas. Siempre es mala fecha para este viaje, acaso peor en el tiempo de Esperanza.

Al llegar la noche, con todo lo sucedido la cosa no mejoraría pues Bola, mi fiel compañera, siempre malita, esta semana no acababa de remontar, y estuvo floja, distraída, aletargada y durmiendo todo la tarde. En la madruga por un casual me levante y allí estaba temblando y baboseando, en unos síntomas distintos, llamada al veterinario, y visita de urgencia, pocas esperanzas, salvo esperar que la medicación actúe. Vuelta a casa, pero no surtió efecto y las convulsiones se hicieron patentes, nueva llamada pidiendo lo imposible, una esperanza pero me ofrece el sacrificio. Desvaída, laxa, trato de animarla, lavando su cara con agua fría, que seco con una toalla, mirando su mirada de despedida.

Bola es un muñeco inanimado, como de trapo, al que se le está yendo la vida que posiblemente empezó a perder hacia varias semanas, cuando aun podía haber sido tiempo de esperanza.

La larga madrugada se está acabando y en la blanca colcha que le servia de cama y dentro de aquel moisés que fue su habitáculo, aun de noche, la lleve al campo de nuestras celebraciones, sin que esta vez se asomara por la ventanilla del coche,  y a nada de iniciarse la salida del Sol de un nuevo día allí, donde Bola gustaba acompañarme, una enorme hoguera la hacia desaparecer. El Sol ya calienta. El Lunes se me hace interminable, pues Bola ya no esta para pasearme. ¿Dónde ir? Hoy cuando llega el Loreto, empieza la esperanza.

El encargado de mantenimiento dispuso al personal de servicio que realizara distintas fotos de la decoración de mi puesto, en los que se aprecia los reflejos de marras en el cristal, quien sabe si estas fotografías se van a utilizar para demostrar lo importante que es abrir allí una puerta. Todo no puede acabar mal.

Sevilla a 10 de Diciembre de 2013

Francisco Rodríguez Estévez

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