domingo, 22 de diciembre de 2013


El lenguaje de los signos

 

El mimo, aquello que hacia referencia el doctor para compensar con un paternal trato de cariño a los pobrecitos placeros, nada tenia que ver con el lenguaje de los signos, pero era evidentemente una forma que tenia de comunicarse, esta de los detalles, con los fidelizados placeros, mas cuando no dudó en prescribir, como medida paliativa que se le incrementaran en los equipamientos, una partida de cuatro millones de euros. En este lenguaje de signos, al levantar el pulgar se pudo traducir que aquello iba bien.

En lo de la puerta no existe el mimo, pues hasta la fecha solo apareció la hostilidad para algo que se presume razonable, una puerta para cumplir la Ley, una puerta para mejorar la circulación interior del galimatico laberinto que le diseñaron a una plaza municipal de abastos, en la que olvidaron su reglamentación, una puerta para evitar que las personas que buscan una puerta inexistente sientan en sus pasos la guasa berlinesa, una entrada a la ilusión, una salida a la crisis, tal como le escuche expresar su deseo ante la cámara del piloto rojo a nuestro regidor.

Me parece que sea imposible que no se hayan dado cuenta de la importancia de instalar la puerta, y es que ya no tenemos ni el mimo que había antes, ni el lenguaje actual parece que sea de los signos, a menos que lo sea de los signos de los tiempos, donde me temo que hacen falta traductores para hacernos entender.

Uno de los más populares es sin duda, mister Thamsanga, quien sorprendió al mundo al levantar el índice  y el meñique para decir en el leguaje de los gestos los valores de quien se significó por lograr que se abriera una puerta a la esperanza.

No me será posible, por mas que me gustaría que fuera el mismísimo Jantjie, quien tras el cristal de la travesía central pudiera explicar en el lenguajes de los gesto, las virtudes de una puerta que, cuando se instale, evitará las desigualdades existentes, tal como si de un apartheid se tratara esta desértica calle sin esperanza, sin puerta.

Esperemos que la traducción sea lo suficientemente clara para que el mensaje llegue correctamente a los destinatario, aunque de todas formas no queda muy claro si lo entenderían, en cuyo caso lo mismo, en el próximo envío  puedo utilizar el Morse, y aun me quedara el esperanto y el lenguaje de las banderas, e incluso el sanscrito,  y el Braille para los que no la quieren ver. El caso sea que se sepa que la Ley de Accesibilidad es una Ley , y nada que ver con lo que se dice, como hacia el farsante traductor que no había nadie que pudiera comprender los gestos que, por absurdos, se hacían imposibles de entender, por mas que por aquí, esas cosas, se aplauden.

Sevilla a 22 de Diciembre de 2013

Francisco Rodríguez Estévez

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