Aula cinematográfica
El viejo mercado de la Encarnación , era mas
conocido por el provisional, puesto que apenas se recuerda aquel prístino
desaparecido, el original, cuya demolición generó el mayor solar en
un centro histórico, y que sin avergonzar a nadie, en mas de treinta siete
años, estuvo con el total silencio de la
ciudadanía, y la complicidad de los placeros, mostrando una imagen del tardo
franquismo, que lo mismo hubiera sido protegido como arquitectura efímera de duración
eterna.
Allí, bajo las chapas que extremaba en sumo grado la climatología
formando carámbanos de frio sobre el mismo zinc de la techumbre, en la que al
llegar la canícula ninguna gata llegaba a pisar, pero que con todo, llegó a
conservar el encanto de aquel antiguo que en su bagaje llevaron los placeros. A
la modernidad, el reservorio solo llevó las sombras.
Provisionalidad eterna, acogiendo a los placeros más
afortunados en la diáspora de una expropiación
forzosa, y consentida, aplaudida, celebrada, gozosa. ¡Santo Dios!
Recordar los primeros días en el receptáculo de sus jaulas,
en las cuadriculas de sus calles, trae a la memoria las cortas miras de cuantos
en la automutilación reconocieron el acierto de gran error, pues el tiempo, sin
prisas, fue desgastando la euforia inicial, al tiempo que devoraba a los, acaso
ingenuos placeros, zampándose poco menos de dos tercios.
Hubo un tiempo en el
que la decadente situación era galopante, y el solar aparcamiento, en el interior
ya no había risas y aparecieron los
lamentos, pues convertidos en sin papeles, resignadamente, algunos advirtieron
cuanto mas se había perdido, y no solo el tiempo.
Bajo las chapas, tal vez buscando el encanto de las plazas
de abastos, los alumnos de las distintas facultades convertían el lugar en
aula, de esta forma cada año repetidas veces alumnos de distintas facultades
visitaban el bidonville anticomercial. De hecho, hasta los más pequeños de
colegios de proximidad tenían esta experiencia docente que compartían con algarabía
con sus compañeros, descubriendo juntos este mundo de colores y olores y
contestando en griterío el acierto de las preguntas que se les formulaba por la
responsable.
En esto, que llaman mercado, sigue en ocasiones llegando
grupos de pequeños, y en menor medida los alumnos universitarios, pues este
lugar en nada particular, carece de interés para antropólogos, historiadores,
periodismo, fotógrafos, pintores, arquitectos y otras facultades. Ni que decir
tiene que una cosa el un mercado, o plaza de abastos, y otra cosa es lo que en la Encarnación se ha
realizado, de ahí que es de agradecer que alumnos de la Facultad de Ciencias de la Comunicación Audiovisual ,
hayan tenido a bien realizar cuatro grupos de trabajo al objeto de mostrar los
puntos que, centrándose en los aspectos de este espacio, exclusivamente, no son
para nada las bondades que, desde las dos responsabilidades, Administración y concesionaria,
tratan ocultar y que con las imágenes , y el trabajo previo de documentación, ponen
de relieve las innumerables deficiencias, en su mayor parte subsanables, con la
intención de que su difusión pueda llamar la atención, y se les apliquen
soluciones.
Sevilla 6 de Diciembre de 2013
Francisco Rodríguez Estévez
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