viernes, 6 de diciembre de 2013


Aula cinematográfica

 

El viejo mercado de la Encarnación, era mas conocido por el provisional, puesto que apenas se recuerda aquel prístino desaparecido, el original, cuya demolición generó el mayor solar en un centro histórico, y que sin avergonzar a nadie, en mas de treinta siete años, estuvo  con el total silencio de la ciudadanía, y la complicidad de los placeros, mostrando una imagen del tardo franquismo, que lo mismo hubiera sido protegido como arquitectura efímera de duración eterna.

Allí, bajo las chapas que extremaba en sumo grado la climatología formando carámbanos de frio sobre el mismo zinc de la techumbre, en la que al llegar la canícula ninguna gata llegaba a pisar, pero que con todo, llegó a conservar el encanto de aquel antiguo que en su bagaje llevaron los placeros. A la modernidad, el reservorio solo llevó las sombras.

Provisionalidad eterna, acogiendo a los placeros más afortunados en la diáspora  de una expropiación forzosa, y consentida, aplaudida, celebrada, gozosa. ¡Santo Dios!

Recordar los primeros días en el receptáculo de sus jaulas, en las cuadriculas de sus calles, trae a la memoria las cortas miras de cuantos en la automutilación reconocieron el acierto de gran error, pues el tiempo, sin prisas, fue desgastando la euforia inicial, al tiempo que devoraba a los, acaso ingenuos placeros, zampándose poco menos de dos tercios.

 Hubo un tiempo en el que la decadente situación era galopante, y el solar aparcamiento, en el interior  ya no había risas y aparecieron los lamentos, pues convertidos en sin papeles, resignadamente, algunos advirtieron cuanto mas se había perdido, y no solo el tiempo.

Bajo las chapas, tal vez buscando el encanto de las plazas de abastos, los alumnos de las distintas facultades convertían el lugar en aula, de esta forma cada año repetidas veces alumnos de distintas facultades visitaban el bidonville anticomercial. De hecho, hasta los más pequeños de colegios de proximidad tenían esta experiencia docente que compartían con algarabía con sus compañeros, descubriendo juntos este mundo de colores y olores y contestando en griterío el acierto de las preguntas que se les formulaba por la responsable.

En esto, que llaman mercado, sigue en ocasiones llegando grupos de pequeños, y en menor medida los alumnos universitarios, pues este lugar en nada particular, carece de interés para antropólogos, historiadores, periodismo, fotógrafos, pintores, arquitectos y otras facultades. Ni que decir tiene que una cosa el un mercado, o plaza de abastos, y otra cosa es lo que en la Encarnación se ha realizado, de ahí que es de agradecer que alumnos de la Facultad de Ciencias de la Comunicación Audiovisual, hayan tenido a bien realizar cuatro grupos de trabajo al objeto de mostrar los puntos que, centrándose en los aspectos de este espacio, exclusivamente, no son para nada las bondades que, desde las dos responsabilidades, Administración y concesionaria, tratan ocultar y que con las imágenes , y el trabajo previo de documentación, ponen de relieve las innumerables deficiencias, en su mayor parte subsanables, con la intención de que su difusión pueda llamar la atención, y se les apliquen soluciones.

Sevilla 6 de Diciembre de 2013

Francisco Rodríguez Estévez

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