No se ni como me pongo a ver esta serie televisiva, en la
que ante las imágenes que emite, continuamente cambio de canal. Es realmente espeluznante. Por un lado te permite conocer y valorar la enorme capacidad de los profesionales de la
medicina, haciendo verdaderas virguerías ante situaciones limites, y por otro
lado nos muestra lo débiles y frágiles que somos los mortales, y en ocasiones, por absurdas, lo imbecil que puede llegar a ser el ser humano,
salvo que sea la mala suerte.
Hoy me he cortado el pulgar derecho, no ha sido tanto como
el susto que ha dado, y mucho menos lo que intuia por la cantidad de sangre que he derramado, pero tampoco ha sido pequeño. Ha sido gaje del oficio, por lo cual parte de la yema del dedo gordo con su correspondiente fracción de uña como que fueron cortados por la cuchilla de la maquina, y no los seccionó por casualidad, lo cual con unos puntos, por el momento, y si no se me infectan, en tres días todo quedara como antes.
Cierto que pudo ser mucho mas, pero esta vez fue la suerte de que no estuviera en marcha la cuchilla circular de afilada hoja, y solo fue el impacto con el filo lo que produjo el corte, de haber accionado el interruptor lo mismo hubiera acabado el día en urgencias.
Todo fue por que me distrajo un cliente, era logico lo de la distraccion, como si no. Venia con su familia, esposa y dos hijas. Resulto ser francés, con un malisimo español, y por su corpulencia y peso un armario.
Me pidió una pequeña cantidad de jamón, no muy caro, para testar, y mira por donde escogí el de mayor calidad para complacerle, pero en lugar de ofrecerle la muestra se las entregué a sus dos pequeñas, y cuando lo probaron ambos dijeron ¡Umm!, por lo cual no me pude imaginar a este señor de mas de 130 kilos y casi de dos metros, agacharse y extendiendo la mano,como pidiendo un trocito, decir, ¡Señor!, lo cual me produjo una cierta hilaridad
Sevilla a 2 de Mayo de 2013.
Francisco Rodriguez
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