viernes, 17 de mayo de 2013

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Compadre
 

Mi primer compadre, es mi compadre Juan. Ahora que está jubilado hace posible que tenga trato comercial, con anterioridad era cosa imposible. Ni que decir tiene que es puntilloso por deformación profesional, y detallista observador por la magia.
El caso es que ha observado algo en el acero inoxidable, mientras adquiría ternera lechal,  en compra solidaria, por mas que diga que es por la prótesis dental, lo que le hace venir del quinto pino,. Y así fué que en esa observación del ilusionista, que su mirada no encontró el truco, sino que fue directamente a comprobar como en el laminado inoxidable, a la altura de los ojos, además de la oxidación impropia, como un cohecho, verificaba que en ella se había alojado, como colaborador necesario, vestigios de grasa y polvo que, metidos entre el soporte del curvo cristal de la vitrina panorámica, la que guarda los cielos a cuatro grados centigrados entre los perniles ibericos y el menudo de ternera, por lo que apreciaba que tal cosa alli  a la vista, pùes como que le daba a aquello un cierto toque impropio.

Conociéndole en su faceta mas disciplinaria, desistí de continuar con la iniciada venta-compra semanal para acometer raudo una enérgica fricción el la canaleta, al objeto de que  solo quedera a la vista las motas de oxido una vez liberadas de la cubierta adherida.

Es la mala calidad del acero, junto con la deficiente elaboración de estas vitrinas, que por su bajo costo también fueron de baja calidad los materiales empleados, aunque es cierto que no le vino mal a la canaleta descubrir las formaciones de grupitos con pequeñas oxidaciones.

Hoy los filetes con su calidad de tierno contrastada, se encontraban entre nubarrones con riesgo de chaparrón, y el jarrete, que no lo era, pues para esta ocasión me vino mejor la pala de llana, se hallaba justo en el balcón  del tercer piso de la casa con fachada de ladrillos cara vista.
Por suerte, el tocino estaba localizado encimna de la encimera, la cual esta realizada con subproductos del petróleo, al parecer altamente higiénico, una vez que prohibieron los tajos de encina de toda la vida, sospechosamente contaminantes, y los chorizos del Andevalo, de donde es mi comadre, estaban colgando de rastrel que me pusieron nada menos que a la altura de la red de balonvolea, ya que está 2.43 metros del suelo.

Total trece euros. Mi compadre compra ternera lechal de forma solidaria, la de hoy era rubia gallega, y para mi suerte, ha aprendido sobradamente  que una vez dentro del laberinto, llegando a la travesía central, donde todos sabemos que no pusieron ninguna puerta,tan solo tiene que seguir los pilares que están en medio del pasillo, hasta llegar a la pared de cristal que da a la calle,para encontrarme y mientras me compra, comprueba como siguen, otras muchas personas, buscando una puerta inexiste.

Sevilla a 17 de mayo de 2013

Francisco Rodríguez Estévez

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