martes, 29 de junio de 2010

Por San Pedro y San Pablo

Lagrimas

No tuvo lugar este año la llantina que asienta el polvo en este día de San Pedro, que por sus negaciones, comparte fecha con San Pablo, el patrón de los publicistas, pues el tiempo dirá si todo es casualidad, mentira, o pura propaganda.
Por un momento, y con el revuelo formado todo parecía indicar que iban a caer esas gotas que se llaman lágrimas y que por tradición suelen refrescar el día.
Mas quisieran los alemanes que lo ignoran, estando subidos el todo lo alto de la seta dos, bien calentitos, que el suceso aconteciera. El arremolinamiento del gentío indicaba que algo pasaba, y evidentemente no era el reparto de llaves. Negación primera.
Con seguridad, ni cuando aparezca el Sr. Rey con el manojo (segunda negativa) se llegará a tener el ambiente de expectación que la presencia del famoso entrenador en el mercado ha suscitado.
En la Encarnación hay de todo, y no importa el gran numero de puestos cerrados que solo almacenan una perjudicial tolerancia en sus vitrinas (canta el gallo, canta la gallina). En el mercado, si es de oído, se puede encontrar la palabra, incluso la malsonante, si es de boca.
Allí la plata del pescado, y el pecado, aquí el rojo de la sangre de la carne, de mantel y de sabana, abajo, los huevos, y los sampedros, las japutas, los nísperos y los pepinos, arriba, el conejo de monte y el casero, todo se puede encontrar a mano en el mercado.
Pero el entrenador de leones no vino a este de la Encarnación a buscar un fichaje en el mercado de Invierno en pleno Junio con 40 grados a la sombra, el entrenador de futbol vino al mercado de la Encarnación a tomarse una cerveza, tratando de pasar inadvertido, pero el peso de la púrpura le lleno de agasajos tal como si de verdad se tratara de un verdadero Rey, aunque fuera león, grande en tamaño,de corazón de león, y todos quisieron fotografiarse con Caparrós.
Que suerte, que en ese caluroso día de San Pedro y de San Pablo, cuando los vendedores languidecían con el calor, y la soledad de la plaza era patente, vino bien que llegara alguien para llenarla durante unos minutos, a que negarlo, de despreocupación.
Cuando se marchó, los alemanes seguían en todo lo alto de la seta padeciendo un sol de justicia bajo el que permanecerán sufriendolo durante varios meses. Solo al verles,sin que apareciera la deseada nube, ya era para llorar, pero de pena.
Sevilla a 29 de Junio de 2010
Francisco Rodriguez

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