martes, 8 de junio de 2010

LINEA 2 (Continuamos para BINGO)

Al Duque

En el 2004, asistí a una reunión de “alto copete”, en la que pude enterarme de que llevar el metro hasta la Encarnación seria empresa ardua y complicada, y aunque no imposible, sería lo suficientemente costosa para que el propio autor del encargo que sobre el estudio del metro había realizado, recomendaría, “a quien se lo tenia que decir, y ya se la había dicho”, que desistiera de realizar ese trazado, uno por la debilidad de la cimentación del viejo caserío, y dos por la profundidad a la que debería de construirse, cercana a los 100 metros. Nada se dijo en aquella reunión, acerca de las ruinas de la Hispalis, ni parecía que tal cosa importara al exquisito auditorio.
Tal fue así, que al poco tiempo se convocó el concurso de las setas, ese del puerta, puerto, ESTACION, plaza, mercado, y aeropuerto, y en el que las bases valoraban la actuación que se tuviera con respecto a la prevista estación, que para esa fecha esta si que era cosa imposible, y archisabida, al menos por quien el supertécnico ya se lo había dicho, pues era, posiblemente al que pagaba sus honorarios a quien se lo debía de decir.
Pero más allá de parar, de rectificar, de reflexionar, la oferta crece, y en lugar de un metro imposible con una estación inexistente, se ofrece, a la ligera, nada menos que otro metro, tal como si fueran tazas de caldo. Dos en lugar de uno, y con esa generosidad, que solo recuerdan las hemerotecas, el doctor regala el metro centro a la Encarnación.
A todo esto el concurso y el premio a “metrópol” con el argumento de su osadía en la construcción de la estación para el metro, el tratamiento de los restos arqueológicos, la epatante cubierta, y la solución a los espacios públicos creando una zona publica bajo una bóveda( que puede ser un planetarium), zona umbría y lúdica de ocio para la juventud, en la que crecerá un microclima verde de trepadoras. No me negaran el arte que tuvieron para creerse todo lo que se inventaron para decir que en la azotea y por las escaleras, el niñaterio convertirán el espacio creado, ex profeso para ellos, en un botellodromo, donde orines, vómitos, preservativos, vasos, botellas y plásticos, llenaran los amaneceres tanto de olores como de colores, hasta que el servicio de limpieza baldee todo aquello.
Ahora el metro oficialmente no llegará a la Encarnación. ¿Desde cuando eso era cosa sabida, por aquel que se lo había comunicado el supertécnico?, esto debe de tener una fecha, al menos la que tenga el estudio que seguramente fuera abonado por la Gerencia de Urbanismo, y esa debe de estar en las cuentas de 2004, si llevaron iva.
Se dice que la estación prevista desde siempre en lo de la Encarnacion se lleva al Duque por aquello de no desmontar una seta, precisamente la que mas problemas acarrea en la soluciones del pegamento y del pasadizo intercolumnio, y por el posible destrozo de las ruinas de Roma, esas que desaparecieron de donde estaban, y serán colocadas en los estratos del turbante, o donde “buenamente” se pueda.
En el Duque ni Velazquez esta a salvo, un agujero que ocupará toda la plaza, donde árboles, y monumento serán desmontados por un tiempo en el que al menos por dos primaveras la carrera oficial tendrá que sufrir variaciones, con lo fácil que resultaría desmontar no una seta, sino todo el mastodontico icono, para que la ciudad empiece a recobrar su propia identidad. ¡Ay, Alameda! De Campana a la Macarena, de Puerta Osario a Puerta Real, ¡Ay, Encarnación!, que dolor.
Sevilla a 8 de Junio de 2010
Francisco Rodríguez

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