Más que estilo
Eran unas voces casi de desesperación. No le ubicaba por la resonancia
desde que lugar partía el rotundo sonido
de una voz enorme que se expandía allí dentro.
No podía dar crédito a lo que escuchaba en el silencio del desértico
laberinto. Era algo desgarrado oir aquella voz de hombre que desesperado intentaba salir. Por lo cual no
le quedaba otra solución que pedirla a
puro grito buscando una salida, que en
sus luces, donde se hacia preveer que poca cera ardía, que ni podría pegar
algunas plumas con las que elevar el vuelo al mas estilo icarista, en inútil intento
salir de un laberinto imposible.
Por su vozarrón mas podía tratarse de algún estilita, como San
Simeón en el desierto clamando un final divino para abandonar la soledad, y poder mezclarse
con la multitud. Cosa difícil en este lugar de calles vacías.
Ha decir verdad su
demanda a gritos mas me parecía algo digno de Fellini. Se asemejaba su
demandada puerta, quiero salir, a un personaje escapado de su Amarcord, que subido en la copa
del árbol grita con desesperación “Voglio unna donna”, una salida lógica a su
demencia para dejar escapar tanto tesoro genético guardado en su bolsa.
Evidentemente no tenia el estilo del estilista encaramado,
pero más que estilo no le faltaban razones para gritar una salida en ese
laberinto. Para su suerte un indigente de los que pasan a los aseos le ayuda a
encontrar la calle, aunque no dejara de hacer comentarios desfavorables acerca
de la colocación de las puertas, que se pueden imaginar.
Cuando lo localicé visualmente, ya se encontraba en la mitad
de la calle, no diré despotricando por que no podía oír lo que decía, pero por
sus airados gestos, seria a grandes voces, donde con seguridad comunicaba a los asombrados transeúntes su
angustiada aventura dentro del laberinto, en el que solo a voces pudo encontrar
la salida.
Cargado de toda razón lo del estilo era lo de menos, que podía
importar mas estilo o menos, si lo que trataba de encontrar era una salida para escapar
de la angustiosa trampa.
Por suerte en esta ocasión no llegó a buscarla donde la desierta calle hace parecer que existiera una puerta, lugar donde vienen a “caer” diariamente cuantas personas aplican la lógica para encontrar aquella que quedó en olvido, y que como sabéis está en vías de solución, pues ni puedo imaginar que hubiera disparatado con el chasco.
Por suerte en esta ocasión no llegó a buscarla donde la desierta calle hace parecer que existiera una puerta, lugar donde vienen a “caer” diariamente cuantas personas aplican la lógica para encontrar aquella que quedó en olvido, y que como sabéis está en vías de solución, pues ni puedo imaginar que hubiera disparatado con el chasco.
Un nuevo grito de papel emito para cuantos saben, y cuantos
ignoran, como este buen señor angustiado en su desorientación dentro del laberinto
desierto de este galimatico lugar de puertas aleatorias que llaman plaza
municipal de abastos de la
Encarnación , que efectivamente allí falta una puerta.
Lo que no sabemos es acertar a cuanto tiempo equivale este periodo que llaman "vías de solución". Pero no creo que vuelva.
Lo que no sabemos es acertar a cuanto tiempo equivale este periodo que llaman "vías de solución". Pero no creo que vuelva.
Sevilla a 3 de Marzo de 2014
Francisco Rodríguez Estévez
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