jueves, 27 de marzo de 2014


Cuenta cuento

 Debería de llamarse cuenta rara, mejor que cuenta cuento, pero viene a cuento que se cuente esto como cuenta cuento, que, como cosa de lo Encarnación, ya sabéis, es puro misterio.
Así que cuando menos lo esperaba, mira por donde el encargado de mantenimiento acertó con sus pasos llegar hasta donde me encontraba, teniendo la vista en la panorámica de una calle solitaria.

El motivo, me confirma que mi petición ha sido cursada, lo cual puede ser que sea tenida en cuenta. Hasta ahí puede leer. Puerta, puerto, estacion, plaza, mercado y aeropuerto.

Contar nuevamente el mismo cuento, y no caer en la cuenta, me lo temía era algo previsible pues parecía que vino a lo que vino y de paso contar la milonga de lo que estaba fuera de lo reglamentado era el cuento de la “vaca”, cuando el cuento era de la lechera. Nada por aquí, nada por allí.

Este elemento, al parecer disturbador en las luces cortas, al que llaman vaca, no es mas que una figura de poliéster de un ternero de tamaño natural que hace las delicias de los pequeños, y que por tal circunstancia, mira por donde, hace que pasen los mayores por esa curva, que por su estrechez es lo que ciertamente es una permanente trasgresión a todas luces. Corto, y largo.

La figura forma parte de un Belem, y simboliza el ahorro energético para calentar a la Encarnación, pues en las maderas del pesebre era imposible colocar una célula fotovoltaica. El escrito era para colocar un toldito que evitara la reflexión de la luz. Ahí vamos, pero eso más que un cuento parecería todo un número de circo. Pero sin ahorro energético en lo de la Encarnación símbolo de la modernidad y sostenibilidad, el espectáculo es por puro humor de payasos,  y los números siempre rojos.

El cuento está en que se desconoce que es lo público en todo el multidisciplinar conjunto cuando por cuarenta años es una concesión administrativa. Las cuentas serán saber que es lo privado y que lo privatizado.

Sin ir mas lejos y como ejemplo está la planta sótano tiene de un lado la parte publica de accesos tanto a los elevadores, (elementos de la parte del mirador y gastrobares) con dos lugares diferenciados, tienda de recuerdos, y espacio arqueológico, que a su vez tiene sala de múltiples usos.
En otro lado el sótano alberga un emplazamiento para la carga y descarga del mercado, elevadores, y una serie de servicios propios del mercado que se comparten con los comunes situados en los muchos compartimentos que forman el gran contenedor.

Hacer los numero para cuantificar solo en el gasto energético que a falta de fotovoltaicas hacen una buena cifra, sería  misión imposible por cuanto no existen contadores de luz que diferencien el consumo de cada parte, y es mas en la estimación no se prorratea entre los usuarios, pues se aplica a la totalidad de los placeros, por mas que los distintos servicios el uso no es para todos. Lo cual ya crea desigualdades.

Cierto que todos pagan la vigilancia del estacionamiento, pero no todos pueden utilizarlo, cierto que todos pagan la luz que aquello consume, pero no todos pueden acceder, cierto es que todos pagan los seguros, mantenimiento de la amplia zona, pero no todos pueden ser usuarios de la misma, cierto que todos pagan los fungibles y los costos que se derivan de todos los servicios, allí instalados pero no todos pueden ser sus beneficiarios en la utilización.

Y así, sin control del gasto, cuesta saber si los números son los que son o son los que nos cuentan. En principio siempre nos salen números raros. Lo cual no es, siendo en  lo de la Encarnación, ningún misterio, otra cosa es lo de la puerta.

Sevilla a 27 de Marzo de 2014

Francisco Rodríguez

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