viernes, 7 de marzo de 2014


A ciegas

Como en un cuarto oscuro, de entrada palpando para no velar el rollo, se dilatan las pupilas intuyendo donde se encuentran "las cajas" de los reveladores.

Recibo un artículo publicado en Diciembre de 2004, nada menos que en un diario catalán, acerca de lo de la Encarnación.De tanto releerlo voy a acabar por ver lo que no hay.
La soflama es un panegírico a la teutónica idea de plantarle, (en lugar de cara), unas epatantes setas a la Encarnación. Cuestión esta, punto de vista aparte, que hace pensar que algo puede intuirse aunque no se vea. Ya se verá.
El trabajo divulgativo, está compuesto de noventa líneas y cuatro fotos ilustrativas pero además emplea un lenguaje (en castellano) tan extraño, galimatico y técnico que, cuando es revelado, se cae en la cuenta de que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
 
Tal vez sea algo tan simple como la siembra de sus esporas, pues basta saber que las setas cultivadas necesitan para germinar un terreno muy húmedo, e incluso aireado antes de la plantación, por lo que resulta conveniente darle al sustrato buenos "mangazos", si bien para su crecimiento es importantísimo la oscuridad. Nada como un cuarto de revelado.

Aunque pareciera una descripción críptica de la visión del solar de la Encarnación, el humedal no es en esta ocasión los verdosos charcones que embalsaron la escasa lluvia otoñal, por esta vez, la cosa viene del "riego".

Así puede ser que incluso se termine viendo a oscuras, diría que a ciegas, las bondades que el articulo describe (pero den por seguro que no existen), si bien queda bonito sobre el papel tanto tecnicismo, posiblemente regado o untado, sobre el arabesco de diseño, otra cosa es que alguien lo crea.
Lo peor, resulta ser que hasta se aplaude. De siempre hubo palmeros. La bolsa sona.

Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla, 8 de Febrero de 2006

No hay comentarios: