A ciegas
Como en un cuarto oscuro, de entrada palpando para
no velar el rollo, se dilatan las pupilas intuyendo donde se encuentran
"las cajas" de los reveladores.
Recibo un artículo publicado en Diciembre
de 2004, nada menos que en un diario catalán, acerca de lo de la Encarnación. De
tanto releerlo voy a acabar por ver lo que no hay.
La soflama es un panegírico
a la teutónica idea de plantarle, (en lugar de cara), unas epatantes setas a la Encarnación. Cuestión
esta, punto de vista aparte, que hace pensar que algo puede intuirse aunque no
se vea. Ya se verá.
El trabajo divulgativo, está compuesto de noventa líneas y cuatro fotos
ilustrativas pero además emplea un lenguaje (en castellano) tan extraño, galimatico y
técnico que, cuando es revelado, se cae en la cuenta de que cualquier parecido
con la realidad es pura coincidencia.
Aunque pareciera una descripción críptica
de la visión del solar de la Encarnación, el humedal no es en esta ocasión los verdosos charcones
que embalsaron la escasa lluvia otoñal, por esta vez, la cosa viene del
"riego".
Así puede ser que incluso se termine viendo a
oscuras, diría que a ciegas, las bondades que el articulo describe (pero den por seguro que no
existen), si bien queda bonito sobre el papel tanto tecnicismo, posiblemente regado o untado, sobre el
arabesco de diseño, otra cosa es que alguien lo crea.
Lo peor, resulta ser que hasta se
aplaude. De siempre hubo palmeros. La bolsa sona.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla, 8 de Febrero de 2006
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