domingo, 19 de septiembre de 2010

Se sabe

Por seguridad

Hacia poco mas de un año que se había desplomado, bajo el peso de una tormenta de nieve, una cubierta de similares características constructivas a la de la Encarnación.
Sabido es lo difícil es que en esta ciudad caiga una nevada, pero después de ver a la Macarena en el estadio de la Cartuja, nada puede extrañar, y menos que en aquella fecha, después de utilizar los mismos elementos constructivos del letal techo, cayeron en la cuenta de que aquello sería un peligro en caso de nevada.
Hacia poco que se había cambiado los elementos constructivos e innovadores, a nada que se dieron cuenta de las altas temperaturas que generaría una epatante cubierta de cobre, y para ello nada mejor que emplear la madera de pino, que tan buenos resultados viene dando su utilización en Finlandia.
Hacia mas de un año que se sabía, como lo de la nieve, que las setas era un diseño de ordenador, y poco menos que de imposible realización, pero que con un modificado general, con el estudio de los nuevos cálculos, y mucho mas dinero, al que llamaron madera, ¡mas madera! podía ser posible.
Hacia poco tiempo de lo de la madera, y empezaron a tener problemas con la cola que se venia utilizando, la explicación para investigar nuevas resinas estuvo de lo mas convincente, al parecer se ignoraba la temperatura que cada verano nos trae Don Lorenzo, y la utilizada se despegaba a los cincuenta grados.
Los inventos con gaseosa, pero no hay tiempo, y esta resina especial se patenta y se prueba directamente en las propias carnes de setas de esta descarnada Encarnación, esperando que aguante por lo menos hasta el primer hervor.
Aunque naturalmente se desconoce el comportamiento de los elementos metálicos cuando los grados aumenten a pleno Sol canicular, ni si las dilataciones propias del tiempo de lluvias, que se causan por la humedad (esa que sentimos en las rodillas como si se nos despegara de las carnes), y en lo de la Encarnación no produzca un despegue tipo tupolev y mantenga la carlinga de cristal, como las paredes del “antiquarium”, aunque sea con masilla de cristalero de toda la vida.
Venia todo esto, a que aquí, todos sabemos que las cosas se saben con antelación y que “ellos” suelen hacer como si todo lo ignoraran. Pero queda claro que no debe de estar muy seguro aquello de lo de la Encarnación, con tantos tubos, y tantas maderas por lo alto, por mas que le quieran inaugurar con una bulla sospechosa, si el camino de la procesión, evitando las setas, opta en su regreso por un itinerario tan impropio como un cohecho, lo que se dice un regalo.

Sevilla a 19 de Septiembre de 2010
Francisco Rodríguez

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