martes, 7 de septiembre de 2010

En la sombra

De abajo a arriba, tres

Lo de Sevilla –Este, que ya son ganas, inicia su esperada actividad comercial como un hibrido del que por su conformación se tienen pocas experiencias y que por el momento no deja de ser una extraña novedad. Su futuro está por ver, y por la comparativa de como acabaron similares ejemplos anteriores, será el tiempo, en esta ocasión como en las otras, el que lo determine. Otra cosa es que, en lugar de esa amalgama de intereses, se hubiera realizado un mercado, incluso con otros apoyos comerciales, siempre necesarios, pues no parece que un supermercado pueda ser un buen compañero de viaje. Pero, ¡allá ellos!, si es que ha si lo han decidido, y no se ha impuesto.
Se piensa que la inauguración del invento engendrado ha sido como un parto, pues pasaron nueve meses de la última visita, y todo hace pensar que el evento se tenía preparado para que fuera como un ensayo general de lo que se le tiene previsto a lo de la Encarnación ¡Ahí estamos!
Pero en lo de la Encarnación, lo aconsejable tiene ese punto de sensatez que las urgencias evita, y en lugar de aguardarse, con la tranquilidad que se merece, a la conclusión del multidisciplinar complejo de las vanguardias, con ruina incorporada, todo esta dispuesto para que los placeros se adelanten, con el fin de iniciar la recuperación de la fortísima inversión empleada por la concesionaria. Subvención incluida.
Pero, estábamos en la plaza elevada, cota uno, que tiene toda la pinta del botellodromo de la movida. Saliendo de la calle interior, donde la prolongación de la 5ª Avenida de Nueva York, nos ofrecen lo mas fashion del momento hay que buscar el exterior donde para acceder se ofrecen al paso tres escalinatas, una rampa en zigzag, y tambien dos grandes ascensores por el interior de lo huecos estípites de hormigón y una escalera mecánica, que nos lleva a ese invento, que resulta ser una azotea.
Determinada la umbría por un meticuloso estudio de laboratorio, los rayos del Sol serán filtrado por el conjunto de cuadriculas que forman el gigantesco cedazo, es que la epatante cubierta lo mismo deja sin el Sol del amanecer, y de las frías mañanas en las que lo mismo se apetece, pero estas no serán las sombras caducas de las acacias, y pocas pueden ser las personas, generalmente mayores, que decidan subir tantos escalones para dar un paseo por un lugar inhóspito que no conduce a ninguna parte, y en la que se dejará sentir irremisiblemente el olor del zotal.
Sevilla a 7 de Septiembre de 2010
Francisco Rodríguez

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