jueves, 1 de noviembre de 2007

Sana, sana.

Sana, sana.



Aunque ahora se ponga en duda, el símbolo del progreso, de la modernidad, sigue siendo el coche. Las grandes empresas del sector no hacen mas que idear nuevos modelos, algunos tan inteligentes, que hasta hablan, y de ser herramienta de trabajo, ha pasado ha ser un lujo casi alcanzable, para casi todos, lo malo, es que su uso queda restringido para los que, ni podemos vivir en el centro, ni mucho menos, disponer de un aparcamiento, ni rotatorio, ni publico, y ni que pensar de los privados. El caso es que ni de visita, ni para una gestión, los habitantes del extramuros podrán penetrar sus murallas. Tiempos que andan.

De siempre fue la avenida, por mas que en tiempos de la polución se decía que eran dos, esa importante vía de acceso al centro, pero a más coches, poco a poco, se tomaron las medidas limitadoras que, con este nuevo concepto de modernidad y de progreso, con símbolo de “setas”, solo las urgencias y los oficiales, tienen permitido paso.

El ciudadano de a pié, nunca mejor dicho, en esta ciudad de personas, caminará y caminará por lo que ahora es aquel paseo de los 60, volviendo al ayer, pero en lugar de hacerlo por las estrechas aceras, compartirá con ciclistas, tranvías, urgencias, y coches oficiales, toda esa gran avenida, impensable hasta la fecha, libre de humos y gases contaminantes que ennegrecían las piedras de tantos edificios importantes, como los pulmones de los no fumadores, Sevilla, ciudad de salud.

Así pues, trece hectómetro no es nada, los paseantes pueden recorrer este espacio semi peatonalizado con un placido paseo, una pequeña caminata, con la que se rebajan los niveles de colesterol, la glucosa en sangre, oxigenan los pulmones y de paso a paso van rebajando esos kilos que tanto pesan, aunque tambien pueden optar por mejorar la circulación sanguínea, fortalecer el corazón, mantener la elasticidad de los músculos y la flexibilidad de las articulaciones a base de suaves pedaladas. Sana, sana.

Aunque el coche, mientras tanto, permanezca aparcado, deteriorándose en el barrio esperando al domingo, nadie negará que se logrará tener el cuerpo sano, que otra cosa es la mente.

Los analistas especializados determinan que para que esta, esté al la altura del cuerpo serrano que nos imponen, como las setas de la Encarnación, no hay mejor terapia que la risa, y eso no significa que lo tomemos a cachondeo, pues es cosa seria, que el buen humor es determinante, para evitar que en aquella se alojen la tristeza, la desesperación, la ansiedad, que a fin de cuenta estamos de paso, andando, pero de paso.

Tal vez, ni se les habrá pasado por la cabeza, ni consultarlo con el coche inteligente, como hacia la madrastra de Blancanieves, que sería posible tal felicidad, bastaría con pulverizar a todo transeúnte con el conocido gas de la risa, pues, como ciudad sin humos, no sería correcto ofrecer un cigarrito de esos que tanta guasa generaba en las vanguardias de antes. Está visto, que tendremos que divertirnos con las cosas que pasan, aunque causen vergüenza. A falta de pandereta, ocurrencias.

Sevilla a 31 de Octubre de 2007 (noche de “jalogüey”)

Francisco Rodríguez Estevez

No hay comentarios: