viernes, 9 de noviembre de 2007

El maestro y el puplilo

El examen

Aun faltaban treinta y cinco minutos para el encuentro, tiempo suficiente para realizar la ruta belmontina, de Macarena a Triana, para encontrarme con el maestro en el Altozano. Bajo el arco macareno, un taxi libre, me llevaría sin apuros hasta el puente trianero, en un plis plas, pero un atasco se encargó de ponerle puntualidad inglesa y media hora mas tarde de las cinco en punto de tarde, pude ver la Maestranza a través del perforado pecho del Pasmo. Total 11.60 euros.
Por suerte el “aula betica” se encontraba vacía, lo cual dio tiempo a un respiro en el lugar, y soltar los nervios, antes de que se iniciara el examen de urgencia que, sobre la nueva asignatura de “no se que de la ciudadanía” iba a ser sometido. Cuando llegó el maestro, apenas podía acordarme de nada, como si un “eisenjauers” repentino me hubiera atacado. La disculpa por su tardanza, vino como bálsamo aliviador, pensando que este factor de la puntualidad me auxiliaría.
Junto recorrimos el pasillo de la derecha, que nos conducía a la sala, donde cada uno tomo su asiento.
Del pupitre de la siesta perdida, a la palestra. Con la inseguridad de temer mas a la contestación que a la pregunta, comenzó aquel rosco de pasapalabras, un tercer grado, mientras las tripas se removían en la barriga de incertidumbre.
Con la Q: ¿Que le parece que es esta ciudad? No sabía que decir, acaso un conjunto de casas y personas, resultado de dos mil años de mezclas de toda leche, que tiene un emergente cosmopolitismo, un clima ideal, un río con puentes mal planificados que conducen a un creciente Aljarafe de multicasitas, un trafico caótico, algunos ciclistas, en especial por las aceras, y cosas así, sin mencionar a los gestores que siempre suma nota. Como imaginaba que la respuesta seria fallida, contesté “ Me parece que lo que es esta ciudad, es que es sabia”, pero no por lo de Alfonso décimo el Sabio, que antes fue burro, si no que es sabia por sí sola permitiendo que proteste el que quiera y aplauda el que le corresponda, porque deja que cada uno actúe sobre ella en consecuencia, para que para siempre quede el recuerdo de lo que hizo, tanto para bien, como para mal. Al igual que se puede advertir quien padeció la erradicada poliomielitis, por las secuelas que le produjo, sin tener que preguntárselo. Igual deja sabiamente la ciudad que todos vean las acciones que sobre ella se ejercen, a ser posible, para que las nocivas sean erradicada para siempre, sabiendo que al igual que las buenas madres sus hijos acabaran por aceptarle tal como sea, pues solo ven su autentica belleza por mas que la deforme el lifting, que mas que con mimo el doctor lo fuera cosido con una lezna de zapatero.
Y va el buen hombre, y se ríe. No se con que nota me calificara, pero si me hubiera preguntado sobre la micologia, en especial la germánica, ahí hubiera estado sembrado, ¡vamos! como las setas.
Sevilla a 11 de Noviembre de 2007
Francisco Rodríguez Estevez

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