lunes, 26 de noviembre de 2007

A la espera de los resultado

El numero tres (lagarto, lagarto)
Este impar y pasa de los números cabales, de las gracias, de las virtudes, número de Juzgado, de las cosas de la vida, (salud, dinero y amor), número esotérico, y tambien erótico en los juegos de cama y edredón, nos advierte que algo serio se cuece, mientras rueda la bola. Ocho, par y rojo, gana la banca.
La ludopatía no es un juego, ni es cosa de broma, pues se trata de un asunto tan serio, tan peligroso como una phaloide en un revuelto, con g, de gana, cuando hay alguien dispuesto a tragar ejerciendo de “tragaperras”,¡ que mala es el hambre!.
El numero tres es un peligro, en el numero tres, dicen las estadísticas que nadie gana.
La suerte está alineada con el azar, en la posición de firme, alinearse, ar.
Algo falla, cuando el fallo perdedor tiene posibilidad de ganar, los últimos serán los primeros, pues nunca los terceros vencieron. La Fortuna es caprichosa, la Fe nos arrastra La Justicia es repartidora de suertes que juega sus números. El tres.¡ Vaya tela, del telón!.
Tres virtudes, para creer. Una Fe ciega. Esperanza, que son tres, que con expectación y gracia, hacen cinco, y Caridad baratillera, de gradas, de almoneda, de Jueves, y de Alameda, de mercadillo de la Alfalfa transformada en bio diesel, libre de humos, “Changai” de changar, que no es lo que parece, aunque estropee, según su manipulación y premio. Hagan juego y juzguen. ¡¡Justicia!, Justicia, señor, pero para mí, no.
Al preso numero nueve, ya lo van a condenar. La Encarnación de seis estantiguas está en capilla, pendiente de fallo, y fallando en los cálculos de base por altura, partido dos, jugando al ocho, como los viscosos brazos, que son pies, de la entauromedusa polipoide, como el octopusis “Arquitectus”, y tiene prórroga de errores, y de horrores. ¡Pero cuando llega la sentencia!, como cada año, delante de la Esperanza.
Al sumo, solo juegan los gordos, deporte que tambien se dice supremo, para diferenciar al del primo, que siempre tiene la última palabra.
(El gobernante, aunque lavara sus manos, solo era un intruso, un figurante en el guión del tiempo, cumplido los treinta y tres.)
La Encarnación, tiene pasadito los treinta y cuatro de alahurines, con veintiséis por arriba superará al sexagenario y verde, laurel, y que si pasan los quince por abajo, pase misí, pase misá, por pasar tantos, o abuso de la menor, cantidad se entiende, su condena puede estar asegurada.
Solo quedará el descendimiento, orden superior con tres necesidades, hacer, deshacer, y rehacer, orden olvidada del ochenta y siete, ocho y siete, aunque sean seis, de Sevilla, de setas.
Pero con suerte, se pueda volver a ver a la giganta, imposible por las setas, desde Regina, y sea devuelto ese cielo transparente como cristal de La Trinidad, que no se puede perder, y en lugar de misterios, se produzcan dos milagros. Entonces, formaremos la plataforma de los milagros que salvan a Sevilla viva, en defensa y difusión de la aplicación del sentido común sin necesidad de juicios. ¡El tres. ¡¡¡BINGO!!!.
Sevilla a 23 de Noviembre de 2007
Francisco Rodríguez Estévez

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