sábado, 3 de noviembre de 2007

lo que se esperaba

El misterio estaba escrito, aunque no desvelado, que siendo encarnado, ajusticiado y sentenciado por el bastardo poder, volvería a su naturaleza después de ser enterrado.
El Supremo, invalida a la chusma. Basta ver, acercándose al mercado, como cada Primavera Herodes condena por su Silencio tanta Amargura, y a dos Pilatos, dos, Encarnación de Presentación, y Sentencia, de Esperanza, lavar sus manos, para saber que esto no podía quedar así.
Aunque era de temer ocurrió lo previsible, tal como sucedió en la ocasión anterior, pues tampoco pudo ser en esta otoñal fecha, calculada, prevista, adecuada, de plena temporada, la que le pusiera fin, o principio, al etapatico proyecto, concebido, gestado, alumbrado, ejecutado (y esperemos que enterrado) el cual, si no revela el misterio, deja claro que determina el tiempo micologico, en su simbología, sin detenerse,( salvo parones), a pensar que otra Encarnación, es posible.
El caso es que con cada demora, con cada retraso, toma más credibilidad la predicción del santero cubano, y definitivamente es el ocho, ese numero que le marca tantas casualidades, el que determinará un futuro que depende de la sentencia, por justa, en la que las manos limpias no necesitaran lavarse.
Desde el principio de los tiempos nuevos quedó escrito que, la Encarnación, para que vuelva a su naturaleza, tendrá que ser como el metro enterrada en su encarnadura, (esa reencarnadura que salio del premio), para mayor memoria del olvido. Línea uno, seguimos para bingo. ¡Que cruz!
El símbolo del ocho, representa resucitación, esperanza, y poder. Solo falta que en el se viera la causa.

Sevilla a 2 de Noviembre de 2007
Francisco Rodríguez Estévez

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