lunes, 26 de noviembre de 2007

calle sin nombre

Calle para siempre

Con permiso de la Autoridad (y si el tiempo no lo impide), llegará ese indefinido día en que lo de la Encarnación puede acabar convertido en eso que aun cuesta imaginar, si es que las improvisaciones no deparan otra cosa, y los imponderables lo contrario.
La cronometrica de los plazos señalados acelerará la velocidad constructiva, pues ocho meses parece poco tiempo para realizar la estación de metro prevista en el “metropol”, más cuando la línea no tiene un recorrido concreto.
Poco ayudará la metamorfosis de la cubierta “parasol”, con esos extraños cambios para condenar a la sombra, tanto al soberbio laurel, como meter en la perpetua su plaza de abastos.
Cierto es que pocas voces, de la protesta generalizada, se han dejado oír abiertamente, y que la ultima palabra será la palabra escrita, para que en tanto, el que tenga algo que decir, lo diga ahora, pues de otro modo tendremos, bajo setas, plaza o calle para siempre de tanta solidez, que no sucumbirá con los milenios, para crear la confusión en los arqueólogos del futuro discerniendo que clase de cultura era la existente.
Por el momento nadie sabe si lo que resulte se parecerá en algo a las recreaciones virtuales realizadas, ya que en nada lo hace a la idea premiada, ni como se realizará ese museo de la Hispalis que debió quedar “in situ”, a pesar de todo lo que se ha perdido como consecuencia de realizar las cimentaciones de unas caprichosas estructuras. Sigue habitando en el desconocimiento ese invento de plaza azotea, bien pública, o privatizada, cuya terminación y resultado, aparte de ese presumible “botellodromo” continua siendo una incógnita, en especial ese “planetarium” de luces a semejanza de la bóveda celeste.
Sevilla a 25 de Noviembre de 2007
Francisco Rodríguez Estévez

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