martes, 30 de octubre de 2007

El Tartago

El tartago
No tenia ni pajolera idea de lo que podía significar aquella extraña palabra, ni que tuviera tantos significados, hasta que la localicé en el diccionario y advertí que resultaría útil, a la vez de sacarla del olvido, emplearla en esto de la Encarnación.
De que a lo de la Encarnación le metieron mano hasta el pisiforme, que digo, hasta el mismísimo ganchoso, ya no cabe ni la menor duda, ni nada. Vamos, que se la metieron hasta el fondo, a tenor de lo que se ve a nada más asomarse al solar.
De que posiblemente, junto a aquella, pueden aparecer indicios del acompañamiento, nada menos que de las tres cuñas, el astrágalo y el cuboide, tampoco. De momento allí se están realizando los huecos para lo de las setas, pero lo que crece, en los resquicios de la almohade, son brotes de tartago.
La Euprobia lathyris, no es ninguna broma, aunque sea tartago también, como lo de in situ, lo de emblemático, lo del metro y lo del aparcamiento de la Encarnación, que solo tiene la rampa como tartago, que recuerde lo poquito que vale la palabra cuando esta se hace tartago. Algo así como una chusma verbal.
Mucho más serio resultan los efectos purgantes del tartago vegetal, si se utilizara con ligereza e irresponsabilidad. En cambio, el tartago como causa de aflicción y de dolor, no es debido a los retortijones de su ingesta, aunque los produzcan, sino a aquellos que afectan, bien a los sentimientos, (que cada uno tendrá los suyos), pues también se refiere especialmente a los que afectan al bolsillo, y en esto, tartago aparte, no hay quien se libre.
Afortunadamente no se realizará todo el proyecto, ya que se quedó como tartago, lo del metro en el metropol, y algo mas baratito nos saldrá a todos.
Como no podía ser de otro modo, la cosa continúa sin saberse si para bien o para mal, y una vez retirado del in situ todo el peso de la Historia que quedo en pie, se horada el yacimiento, y la calzada es convertida en zapata, como otra broma del lenguaje, para aguantar todo lo que le echen encima.
Francisco Rodríguez Estévez

25 de Agosto de 2005

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