martes, 30 de octubre de 2007

Los Pajaros

Los Pájaros



La investigación, naturalmente no era para suprimir de la memoria histórica al barrio que tomó ese nombre popular, sin saberse ciertamente si la causa fue por todos los que revolotean sobre las tajadas para tomar su migaja, tanto en el ayer, como siempre, o simplemente la cosa tuvo su origen en el singular nomenclátor elegido. Tiempo del pájaro.

El estudio científico realizado, confirma que esta ciudad supera en pájaros al resto de las capitales, Sevilla, ciudad de pájaros. De los pájaros. Un dossier donde la avifauna queda documentada, pero, no por extenso, parece completo, pues solo se incluyen los que se dejan ver.

Del trabajo, quedaron excluidas las aves de paso, las que se despistaron de sus rutas de migración, así como las que se escaparon de la jaula, que extrañas en la libertad se convirtieron en aves solitarias. Era de prever que, el de cuenta, el bobo, y el de mal agüero, no tuvieran referencia, pero el buchon, y el mensajero deberían, aun siendo de la misma familia, haber sido separados, poniéndoles capitulo, y comida aparte, del ladrón y del cojo, como se establece en colombofilia, para que el marchenero no se lo trague todo, y deje al colipavo a dos velas. Rara avis.

Ninguna referencia al pavo real. De igual manera queda obviado el sison, el avefría, la abubilla, y el rabilargo, que con grajo, que vuela bajo, quedaran incluidos, a nada que la gran Sevilla sea metropolitana, como la Catedral, y el ave realice paradas de acoplamiento, en cuyo caso, veremos tambien al buitre planeando, como busca las corrientes térmicas en cada vuelta. Corriente alterna, corriente continua.

Que decir del flamenco rosa, que toma su color del marisco que le proporciona los charcones en los que se mete para hurgar filtrando el lodo que remueven sus largas patas, del abejarucos, del cuervo, al que gusta lo que brilla, lo metálico, por mas que la raposa le quite la uva,¡ grazna, grazna!, y el queso.

El exotismo queda de manifiesto en la gran variedad de loros sueltos, parloteando de rama en rama para buscar el sustento, mientras la paloma, rata de tejados, destruye la piedra del patrimonio, en cuya defensa se colocan espinosas púas. Tallo de rosa. Como si toda la culpa fuera del gorrión.

Mención especial merecen los pitirrojos, y las ruidosas bandas de palmípedas, que a gran velocidad, más que correr, parecen que vuelan en volattas de competición por el llamado ecológico cinturón verde para su movilidad, por el que aparece algún correcaminos.

En los pájaros no se plantaron árboles, y apenas destacan dos palos borrachos de espinoso tronco y poca sombra, al principio de cigüeña, que ponen el punto de color amarillo de sus flores en este mes de setas, que en la Encarnación, como las rosas, llegaran por primavera, y de difuntos, como vanguardia de un frío que se dejará sentir en el cuerpo, a nada que, al llegar al camposanto, la modernidad nos ponga la carne de gallina. Ave de corral. Ave de presa. Ave insectívora. Ave carroñera. Ave granívora. ¡Pájaros! Caldo de ave. Caldo de la abuela, pájaro que vuela.

En la percha del báculo de luz, que invade la intimidad de los dormitorios, la ingrata tórtola turca, hace que no existan los domingos, en esta ciudad de sueños, con tanto ruido.

Francisco Rodríguez Estévez

Sevilla a 27 de Octubre de 2007

No hay comentarios: