Nadie sabe nada
Como todo lo referente al coronavirus es cosa nueva, aunque
se tuviera sospechas desde Diciembre, la cosa nos viene de Marzo, como los
Idus. Plena cuaresma, adiós Semana
Santa, adiós.
La cantidad de información, ya sea sanitaria, política, económica
y social que a diario se recibe, diría que desinforma, digan tantas veces la verdad hasta
que parezca mentira.
Nadie sabe nada, pues el costo en vidas nunca se puede ni se
podrá evaluar, el costo sanitario por el momento es incalculable con evidentes
signos de que todo será superado.

Nadie sabe las consecuencias de perder el empleo en estos
momentos que la actividad fue fulminada por un confinamiento como única medida
para evitar la muerte de algunos miles de personas.
Nadie sabe el costo
político de las políticas que se aprenden según van los acontecimientos en
otros sitios afectados. Nadie sabe nada si para enjugar decisiones en lo
desconocido se recurre al ingenio de
quijotes anónimos que son capaces de encontrar soluciones de vida en los motores de los limpiaparabrisas.
Nadie sabe nada cuando se plantea lo llamado desescalada y
dispones horarios de fuegos para los mayores, y para los menores algunas horas propicias
para el descanso infantil con temperaturas de siestas.
Nadie sabe nada de los
miles de millones, más otros tantos, más los que se anuncian, un desconocido
numero que con su magmitud ya aturde, tanto, o más, con esas escabrosas cantidades de coronar altitudes
macroeconómicas, que el vértigo impactante en caída libre del número anunciado de previsibles muertos. Ni se sabe.
Nadie sabe nada, cuarenta y siete millones de habitantes y la
división da un cociente, euros entre personas, que la conjetura de Poicaré se
me hace corta, por más que el resto de la operación realizada, forme parte para
cuadrar aritméticamente de lo que nadie sabe nada.
Como cada día infrinjo involuntariamente mi segmento de
libre configuración en el confinamiento, hace demasiada calor para ver algún
niño en la calle, y los pocos que en el recorrido de las tres de la tarde, justo
en el mediodía hora solar en un intramuro sin sombra, con el Sol a pleno, ni
parece sensato que las madres lleven a sus pequeños a la calle, salvo que les
sea harto difícil retenerlos.
A pesar del calor reinante en nuestra ciudad solo he tardado
veinte minutos, he ido de prisa, y en esa franja horaria con esta temperatura que ni palomas encuentras en los tres espacios que tienen dominio, pero al
menos en cada revuelta aparecía una refrescante brisa del aire de poniente recuperadora en el quebrado
recorrido por el intramuro adoquinado. Guantes de goma, de plástico,
mascarillas de diseños y de las endeblitas de un solo uso, mil veces usadas,
pueden verse por los suelos. Contaminación pasiva.
La responsabilidad política,
para desligarse, puso la culpa en la gestión, mala gestión, que era de responsabilidad económica, la casa por
barrer, y la responsabilidad social, con victimas, e incapaces de generar PARA
CUBRIR LOS GASTOS, hace inamovible que pase el tiempo, y con el tiempo más
damnificados, nadie quiere saber, y por lo tanto nadie sabe más que se fueron
de rositas.
Esa fue otra historia.
Sevilla a 4 de Mayo de 2020
Francisco Rodríguez
No hay comentarios:
Publicar un comentario