Feria de Mayo
Que poco me gustan los años bisiestos, menos las semanas
santas en marzo, y ni les cuento lo de la feria de abril en mayo.
De no haber
sido por el confinamiento, hoy la feria hubiera estado ocupada no solo por los
manifestantes, y por miles los llegados en el AVE, aprovechando el super puente,
y ni les cuento los venido de provincias. Sevilla, sin sevillanos.
De no haber sido por el
confinamiento, y la Feria de abril que acaba en Mayo llegara al domingo, por
miles se contarían los locales que dejan su espacio en el Real para el disfrute
de los forasteros, (recordando los consejos del doctor Sanchez) y deciden, descansar la cartera, y ver como se encuentra la
segunda vivienda ya sea propia o de alquiler, en la playa, en la parcelita, e
incluso, en la vecina Portugal.
Si acabara en Domingo, esta fiesta “enmayada”, o “enmadrilada”, ya tendría contratado, a la baja de última hora, el carruaje que llevaría a mi
familia hasta el real, y dar varios paseos en la comodidad de el reducido
número de coches de caballos, y los escasos caballistas la mayor parte de prestado. Hoy no hubiera sido posible, el viernes no es domingo.
Este descanso laboral, durante el confinamiento, solo hace
cansarme en una agotadora jornada de silla con tele y cama con radio.
De haber
sido domingo de feria de Abril de las de antes, a esta hora nos encontraríamos
en camino hacia la caseta donde tendría la mesa preparada para el almuerzo familiar. Hoy
almorzaré solo, como a diario desde hace mas de tres lustros.
No tengo ni hambre después
de tanto picotear haciendo tiempo, acaso para volver a la cama, y perderme otro
soleado día azul purísima de pitón a rabo.
Tras el almuerzo advierto que tanto tiempo sentado, me
acabará perjudicando, mientras el ventanal ofrece una tentación rica en
vitamina D, que no alcanza a la terraza.
Me inclino por volver a la cama y
tratar de que pase este día de feria interminable, sin dejar de pensar en que
mañana será ella Virgen de la Estrella, cuando la franja horaria se me hace
incompatible, pues me da de lleno en mi regreso al confinamiento.
Una
preocupación que me llevará por demasiadas jornadas laborales a las que acudo,
y que me supone un temor a una posible sanción, de aplicación, pero totalmente
no justa cuando se castiga salir del trabajo en un horario propio de mesa de 14
a 15 hora, ideal para el almuerzo de los niños.
Poco tiempo en la cama, no hay sueño ni descanso, la
impaciencia hace volver a la silla de zapear televisión. Lavo la poca ropa que
tengo por lavar, cuelgo en la terraza para que las prendas de abrigo del
trabajo se aireen y soleen, y de paso espanten las pestosas tórtolas turca que
han tomada la baranda para soltar sus retorcidas deposiciones,
Ahora está dando
el Sol, pero no es buena idea tomar este de la tarde sentado en la terraza, no
mejoraríamos la situación y lo mismo puedo enfriarme cuando vuelva adentro de
la casa, no está la cosa ni para estornudar.
Ha pasado la hora y no he llegado a oír los débiles aplausos
que suenan en este estado de alarma, para reconocer el trabajo de tantas
personas que en principio, casi sin medios, y sin real conocimiento, no dudaron
en ponerse a tratar en todo a los enfermos que les desbordaban.
Voy a cenar, aun siendo temprano y temiendo
que pueda caer otra cena, antes de ir a la cama, en este estado de aperreamiento, y que espero que mañana se permita dar un paseo,
con la idea de activar la circulación de horas sentado, y rebajar el perímetro
que el sedentarismo y el ocio ya deja notar.
La Feria de Abril en Mayo está llegando a su final. El próximo año no es bisiesto, pero el
Domingo de Ramos es el ultimo de Marzo, cambia la hora, ¡ojalá! Cambien la
feria de Abril y vuelva a terminar en domingo. Seguro que nos irá mejor, ya
sabemos cómo ha sido la prueba.
Sevilla a 1 de Mayo de 2020
Francisco Rodriguez
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