lunes, 11 de junio de 2012

Un cambio a peor








No existe ningún genero de dudas que, entre unos, (vendedores) y otros (ayuntamiento), sin olvidar a los demas(clientes), no es que entre todos lo mataran, pero se ve a leguas que a las existentes les llegó la decadencia, cuando vemos las plazas de abastos que quedan , y el estado en que se encuentran, en esta callada ciudad, que suele lamentar las cosas solo cuando las pierde, y por contra comprobamos el auge que tienen estos singulares edificios en ciudades que, mira por donde, ahora deberían de ser referentes, por como actuaron en esta materia.



La publicidad de una tienda de dineros deja leer en la propaganda el siguiente mensaje, “Hay cosas que no deberían de cambiar nunca”. Sin duda la plaza de abasto podría ser una de ellas pues todas las que se cambiaron en esta callada ciudad ,que tantas plazas llegó a tener, que para su desatino no solo las cambiaron por mega superficies, si no las que modificaron, especialmente con caprichosos criterios, la cosa fue para empeorarlas. Un cambio a peor.



Siempre saldrá a relucir, por lo que hicieron en lo de la Encarnación la historia de esta plaza, que algunos hasta le calificaron de lugar maldito, por cuanto no cuajaron ninguna de todas las transformaciones que se dieron en ese lugar, aun reconociendo la belleza de sus casa del Imperio con esplendidos aposentos, las fabricas del garum, cuando era provincia, y las de lucernas con horno incorporado en los de colonia, el ingenio realizando pozos y norias que refrescaban los huertos y jardines de las preciosas casas en los tiempos de Almutamid, las mansiones nobles del reparto de la conquista por el Rey Santo, con fuentes de cerámicas pintada, y adarve de cantos para entrada a las caballerizas, incluso su lamentable historia de convento con monjas hambrientas y excomulgadas por abandonar una clausura que se las comía, y las de su plaza donde en una se lanceaban toros bravos, y en la otra se daba justicia.



Plaza con fuente de leche, miel y mistela. Plaza de madera, ocupación de un solar que tenia posiblemente otro destino, cuando en la huida de los gabachos quedo a merced de los vendedores agrupados, para construir en tan gran espacio el mayor mercado de esta nueva España que inicio esta vez en Cádiz otra reconquista.



Plaza de abastos que fuera sinergia del comercio de esta callada ciudad, entonces bulliciosa, plaza que salvaba las penurias de las de Gloria y de las de penitencia, plaza que hacia su propia historia, incluso de hambres y miserias. Plaza amputada, plaza destruida, plaza provisional, plaza efímera, plaza deformada, plaza laberíntica, fanal de cristal, reservorio en decadencia, puerta inexistente.



Hay cosas que no debieron de cambiarse nunca, mucho se temía que después de lo de la Encarnación cualquier cosa podían hacer en esta callada ciudad ¡Ay, Alameda!, de tantas "encarnaciones "como tiene, ya sea la casa Pumarejo o la fabrica de la Trinidad, por suerte, los jardines del Prado volverán a ser Jardines.



Sevilla a 11 de Junio de 2012



Francisco Rodríguez Estévez



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