martes, 26 de junio de 2012

Mirar para verlas


Que no quiero verlas

Son tantas las deficiencias que no quiero verlas. Mas que fuera sangre, como sangre de un poema, que lo de la Encarnación acaso solo sea eso, un poema, y es que no solo derramó su sangre la Encarnación en las maderas, ni le aquello que se untó para que se pegaran sus duelas, que ríos de tinta corrieron con tanto dolor en unos, en otros la complacencia  de ver como cortaban troncos en la fabrica extranjera, que hasta se “olia” el serrin de las tablas de las setas, y un caudal quedo enterrado, como se tragó la arena la sangre derramada, cuanto queda por contar, a nada que al mirar las veas, ¡son tantas! que no quiero verla.
Mire hacia donde mire, se pueden ver deficiencias de algo que con mal acierto, en mala forma se hiciera, cuando ni valor ni precio, por mas alto que saliera, se pudo hacer acaso mejor, y quien dice de otra manera.
Cierto que la ira puede ser un signo positivo en cuanto la indignación reafirma la posesión de lo legitimo, pero de ahí a la irritabilidad, al resentimiento, y al odio, solo hay una estrecha franja que entrar en ese dominio resulta perjudicial para la salud, por cuanto afecta, y de que manera, tanto al hígado, como al sistema inmunológico, debilitando por ello el corazón. El enfado a ciertas edades resulta contraproducente.
Estas indicaciones pertenecen  D. Jorge Cadaval, que no es un “moranco”,  si no a un experto cardiólogo.
Es evidente que sigo esperando la puerta inexistente, digamos que sin ira, para seguir sentado en mi puerta viendo pasa los cadáveres de demasiados enemigos, no estamos para nuevas contiendas.
Hoy un técnico ha procedido a llevar una rutina del mantenimiento de las vitrinas y cámaras frigoríficas. Intento sin acritud calificar, describiendo lo que aparece al desmontar las bandejas de acero inoxidable, oxidado, y resulta que una burda canaleta de resina debe de conducir hasta un desagüe, sin pendiente suficiente, el agua, lo cual hace que esta queda embalsada por falta de evacuación y por efecto se va mezclando con otros flujos, unos grasos, y otros salinos, procedentes de las mercancías que se exponen.
Estas vitrinas son parte del equipamiento de ultima generación que en el presupuesto tiene una partida de 4.400.000 euros, es decir 17 millones de pesetas para cada puesto, pues, resulta que el técnico aconseja, que visto que no tiene un desagüe canalizado, pues que cada cierto tiempo levante toda la vitrina, vacíe la exposición de géneros, para sacar el agua con ayuda de una esponja, y si fuera posible desatasque la salida con agua a presión. Toda una ultima generación “non frost”.
No me enfado solo le comento en voz alta que durante mas de 38 años en la provisionalidad, de temperaturas extremas, las vitrinas que tuvieron que déjalas allí, como sangre derramada, no tuvieron el problema que estas en su deficiencia ocasionan, y lo pero es que cada cierto tiempo lo quiera, o no tendré que verlas.
Como me preocupa en su justa proporción de irritabilidad, para que mi corazón no sufra con la demorada puerta, no conviene hacer mas sangre, y lo de los frontispicios, y la nivelación de las persianas, lo dejaremos para algún tiempo después de que inauguremos la puerta, y lo mismo, hasta me reservo  un poquito, y le hago caso al doctor Cadaval, y empiezo por reírme  de estas cosas, que las puedes ver, aunque no quieras verlas.
Sevilla a 26 de Julio de 2012
Francisco Rodríguez Estévez

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