Tal vez los concienzudos estudios, acaso el capricho, la
casualidad, o el poner una fecha, como obligado cumplimiento de las bases para determinar
una inauguración imposible, la de un proyecto que si ya no era posible
realizar, menos, en los plazos que, para conseguir una adjudicación, se
atrevieron a proponer.
La mágica fecha de 5 de Junio de 2007, como fecha inaugural,
fue una de las muchas bromas que lo de la Encarnación tuvo,
aparte del aquel clamoroso fallo del concurso, para empezar, al premiar un carísimo
capricho, fuera de escala, contaminador de edificaciones protegidas.
De nuevo en la proximidad de la festividad de San Bonifacio,
en este año en el que se hubiera cumplido el séptimo aniversario de la fallida inauguración,
resulta que cuando aquello aun no ha cumplido los tres años y medio, tiempo transcurrido
en el para nada se ha creado aquellos ingresos previstos, en las cuentas tan
imposibles, como conocer el costo real, aseguraron desde la responsabilidad que
en la mitad del tiempo se garantizaban la desorbitada inversión.
No tiene “Buenacara”, siendo patrón de los cerveceros,
inventor del árbol de Navidad, por darle el cambio a un roble y colocar en su
lugar un pino finlandés, tal cual del que se cortan las laminas, que una vez aglutinadas
las capas con el pegamento probado en laboratorio conforman la cubierta
fungiforme de esta Encarnación en la que
San Bonifacio ha quedado como una anécdota del fracaso.
El caso es que la adjudicataria, afirma que las cuentas no
le salen, lo cual era previsible, y ha caído en la cuenta, nueva cuenta, de que
el mantenimiento de aquello no tiene “buena cara”, y se deja ver con unos números
para encontrar aquellos que puedan hacer posible los que siendo imposible, como
el propio proyecto, no se le cayó la cara de vergüenza a quienes le auspiciaron
los grandes beneficios, a estas fechas inexistentes. Y que decir de las
comprobaciones al efecto.
Hace ya 18 años, que tal día
este de San Bonifacio me embargaba la pena, y desde entonces le tengo en
el recuerdo inolvidable, aun sin que le hubieran elegido como fecha inaugural
de lo de la Encarnación ,
acaso ahora con mas motivos, pues no tiene “buena cara” saber que existen
diferencias entre las responsabilidades de esta Encarnación, con plaza
municipal de abastos incorporada, a la que desde la inauguración, que fue
pasada la Esperanza ,
ya que nunca pudo ser por San Bonifacio, en la que la puerta que falta desde
entonces, está pendiente de una llamada telefónica, eso sí, con “buena cara”.
Tal día no puede hacerse esperar, pues de demorarse una vez mas,
en este caso la prometida llamada telefónica para mas tranquilo en el despacho
oficial tomar un cafelito poder, mas que restablecer el dialogo, determinar si para
el próximo aniversario de la frustrada inauguración tenemos la puerta abierta,
o mucho me temo que baje las persianas con muy mala cara.
Sevilla 1 de junio de 2014
Francisco Rodríguez Estévez
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