sábado, 14 de junio de 2014


Saludo fraternal

 

Pudo haber sido compañero de profesión, posiblemente un carnicero fino como su padre, pero la suerte le llevó por otros caminos, en ocasiones de trotamundo. En el fondo lleva en su interior algo de la Encarnación, eso que marca como un genoma genético a los que nos criamos en el interior de aquel vetusto edificio que se originó cuando el mariscal nos dejó sin Inmaculada. ¡Todos a la plaza!

Gómez siempre trae la sonrisa fraternal de sus mejores deseos, posiblemente por ese recuerdo de lo que pudo ser, compañero del alma, compañero en esta Encarnación, en la actualidad descohesionada como siempre, pues desde los tiempos del miedo los ancestros individuales hace crecer el síndrome cainita, cuando ya deberían de haber constatado que el enemigo está fuera, por mas que pueda aparecer grupúsculos perversos en el propio interior, motivo por el cual siempre les hace débiles.

Cierto que seria difícil conocer no ya el numero de personas que en la Encarnación tuvieron su referente vital, no digo en la gran Encarnación desaparecida ahora hace 68 años, que deben de ser muy pocos, ni tan siquiera memoria de aquellos que formaron la gran familia de cuando la diosa Ceres quedó en la hornacina de la fuente de piedra de la fachada Sur, y que dieciséis años mas tarde empezaron la diáspora, como las tribus dispersas de una madre Encarnación  que no pudo contener la eufórica automutilación, sembrado de Encarnaciones el Tiro de Línea, Palmeritas, Bellavista, Pino Montano, quedando convertida en un reservorio, del que ya apenas queda nada, en la provisionalidad .

Cada cierto tiempo tenemos la oportunidad de conocer a personas que sus ascendientes estuvieron en alguna ocasión en esta gran Encarnación que, aun mutilada, pude alcanzar a conocer.

 La verdad es que en el recuerdo se sienten como si en esta se hubiera producido un vínculo sanguíneo, familiar, y que en el saludo fraternal me identifico con ellos totalmente, y es mas, en ocasiones puedo recordar a sus familiares.

Los años hacen que el libro de la memoria vaya borrando pasajes, pero es que fueron muchos los compañeros del alma, compañero, los que en mi vida alcancé a conocer en las tres encarnaciones.

El tiempo también idealiza, y trata de olvidar los rasgos ásperos que algunos tuvieron y que se han desgastado con los años.

No puede existir la fraternidad cuando el supuesto viene con una quijada en la mano, para darte un abrazo. Nadie puede confiar en la lasa actitud de cuantos tienen su participación en la responsabilidad que les toca en esta Encarnación decadente, cuando a esta se le puede vaticinar la caducidad, y que pierde por días sus posibilidades de futuro.

Observando los macetones de hierro que han colocado junto con un sin fin de bolardos, que hacen inaccesible llegar a la Encarnación, se advierte que de nada sirve la experiencia de los años, cuando nuevamente las plantas se han secado quemadas por el calor que concentra el artilugio de hierro en las raíces.

Tres años, y nuevamente las plantas se han muerto. Mas de tres años esperando una puerta que refresque  la travesía central del laberinto, por cuanto mas parece que sea la travesía del desierto, cual tribu de Judá, esperando que el elegido de su propia mano abra la suya y tienda el fraternal abrazo, pero eso no quita que antes debería dejar la quijada depositada en el instituto de antropología, no sea que el asno sea de los nuestro.

Sevilla a 25 de Junio de 2014

Francisco Rodriguez Estevez

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