Saludo fraternal
Pudo haber sido compañero de profesión, posiblemente un
carnicero fino como su padre, pero la suerte le llevó por otros caminos, en
ocasiones de trotamundo. En el fondo lleva en su interior algo de la Encarnación , eso que
marca como un genoma genético a los que nos criamos en el interior de aquel
vetusto edificio que se originó cuando el mariscal nos dejó sin Inmaculada. ¡Todos
a la plaza!
Gómez siempre trae la sonrisa fraternal de sus mejores
deseos, posiblemente por ese recuerdo de lo que pudo ser, compañero del alma,
compañero en esta Encarnación, en la actualidad descohesionada como siempre,
pues desde los tiempos del miedo los ancestros individuales hace crecer el síndrome
cainita, cuando ya deberían de haber constatado que el enemigo está fuera, por
mas que pueda aparecer grupúsculos perversos en el propio interior, motivo por
el cual siempre les hace débiles.
Cierto que seria difícil conocer no ya el numero de personas
que en la Encarnación
tuvieron su referente vital, no digo en la gran Encarnación desaparecida ahora
hace 68 años, que deben de ser muy pocos, ni tan siquiera memoria de aquellos
que formaron la gran familia de cuando la diosa Ceres quedó en la hornacina de
la fuente de piedra de la fachada Sur, y que dieciséis años mas tarde empezaron
la diáspora, como las tribus dispersas de una madre Encarnación que no pudo contener la eufórica automutilación,
sembrado de Encarnaciones el Tiro de Línea, Palmeritas, Bellavista, Pino Montano,
quedando convertida en un reservorio, del que ya apenas queda nada, en la provisionalidad
.
Cada cierto tiempo tenemos la oportunidad de conocer a
personas que sus ascendientes estuvieron en alguna ocasión en esta gran Encarnación
que, aun mutilada, pude alcanzar a conocer.
La verdad es que en
el recuerdo se sienten como si en esta se hubiera producido un vínculo sanguíneo,
familiar, y que en el saludo fraternal me identifico con ellos totalmente, y es
mas, en ocasiones puedo recordar a sus familiares.
Los años hacen que el libro de la memoria vaya borrando
pasajes, pero es que fueron muchos los compañeros del alma, compañero, los que
en mi vida alcancé a conocer en las tres encarnaciones.
El tiempo también idealiza, y trata de olvidar los rasgos ásperos
que algunos tuvieron y que se han desgastado con los años.
No puede existir la fraternidad cuando el supuesto viene con
una quijada en la mano, para darte un abrazo. Nadie puede confiar en la lasa
actitud de cuantos tienen su participación en la responsabilidad que les toca
en esta Encarnación decadente, cuando a esta se le puede vaticinar la
caducidad, y que pierde por días sus posibilidades de futuro.
Observando los macetones de hierro que han colocado junto
con un sin fin de bolardos, que hacen inaccesible llegar a la Encarnación , se
advierte que de nada sirve la experiencia de los años, cuando nuevamente las
plantas se han secado quemadas por el calor que concentra el artilugio de
hierro en las raíces.
Sevilla a 25 de Junio de 2014
Francisco Rodriguez Estevez
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