Como niños
Siendo la vida una cosa seria, única e irrepetible, se
entiende que no es cosa de tomarla a broma, pero se aconseja mejor vivirla con alegría,
y con cierto grado de humor, al menos
para no llevarla con mas gravedad que la que nos depare la corta existencia,
pues ya de por si resulta preocupante que hagamos sufrir al corazón, con todo
lo malo que nos acecha.
Claro que una cosa es, que en asuntos serios, en asuntos tan
serios como puede ser la gestión de lo
publico, mas que ha cachondeo (como pueda parecer) pues resulta que en
ocasiones encontramos actuaciones cuasi de panda, que mas parece de coña cuando
se tiene la impresión de que juegan, que están jugando, como niños, a un “monopoly”
de la ciudad de plastilina en la que el juego, cuando empieza la partida es ,
al menos, de cuatro años de duración,
por supuesto que sin llegar a pensar lo que cualquier decisión caprichosa puede
ocasionar, por no decir aquellas que no se toman. Es el juego.
En este carrusel de feria en el que una vez montado, gira y
gira en la misma rutina del ámbito de la circunferencia que traza una y otra
vez, el acierto está en golpear el balón, cuantas mas veces mas divertido, pero
para eso se hace necesario cuando menos soltarse de una mano, y levantase.
El calliope tiene perforado el papel para que, al salir el
aire, suene la melodía registrada en sus agujeros, es un juego de niños, pero difícilmente
esto podrían realizarlo. La turbina lanza
el aire una y otra vez sobre el mensaje sonoro. No requiere ningún
esfuerzo, pero, aun existiendo magníficos aparatos de última generación, para
escuchar excelente grabaciones musicales, sigue sorprendiendo que este antiguo
mecanismo continúa funcionando. Fuelle y manivela.
El asunto de lo de la Encarnación , especialmente la instalación de la
puerta para obedecer la Ley
de Accesibilidad, y el cumplimento de las normas de higienes en la apertura de
las que tan desacertadamente instalaron, mas que broma llega a tener la misma consideración
de un juego de niños, por cuanto la dilatación en resolver, y la falta de
criterios en cuanto mejorar el espacio publico así lo evidencia.
El próximo lunes volveré a la delegación que lleva a cabo
una minuciosa revisión de los últimos cinco años de un negocio ruinoso, en el
que en los tres últimos hago el esfuerzo de sostenle en la soledad de una desértica
calle anticomercial, y sin puerta ni tan
siquiera apareció alguien con la intención seria de conseguirme el dorado jubilo
que desde que entramos, en perdida continuada, hace tres años llevo esperando. ¡Maldita
crisis!
El filtro de la atención al ciudadano lo mismo no descifra
lo que garabateó en la cuartilla, como borrador, para realizar un informe
previo que remitiría a la alcaldía. ¡Que lento! Café para todos.
La concesionaria, responsabilidad dos, que desde antes de
Navidad le tengo perdido el contacto de retorno, pues el de emisión, con
seguridad le hace llegar los mensajes, mensajes de sentido común, de sentido de la orientación,
de sentido comercial, pero aparte de eventos en la azotea, a veces plaza de la
mayor indignación para inicios de manifestaciones y asambleas, mensajes con sentido, pues sabe, como el
primer día que aquello genera mas gastos que ingresos, y que de puerta, al ser
cosa seria, ni de broma.
La diosa Ceres seguirá secuestrada. La clepsidra como elemento
de curiosidad nunca marcará las horas refrescadas en la inhóspita azotea. No se
tapara el lucernario, ni la boca al bicho para que no llene de aire caliente la
sinuosa calle cubierta, que de ningún modo llegará a ser la prolongación de la
5ª avenida de Nueva York. Las fuentes
bultos esperan con los surtidores secos el momento de brotar algunas lágrimas
de agua. ¡Cuánto disparate!
El Tribunal de Justicia esperará que se cumpla la sentencia,
y mientras tanto se agotan los plazos del tiempo en se pudo tomar lo de la Encarnación en serio. ¿Podremos?
Cuando de regreso, el próximo lunes, si todo salió bien
donde un bolígrafo es un arma de mucho
cuidado, volveré a pasar por la puerta del Ayuntamiento y, tal como un juego de
niños, la policía tendrá desplegada su pancarta , y quien sabe cuantas otras
personas, pero en los despachos con seguridad solo se encontraran los filtros.
El café puede esperar.
Sevilla a 13 de junio de 2014
Francisco Rodríguez Estévez
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