sábado, 7 de junio de 2014


Ni modo

 

Pensaba que me libraba. Había pasado el Ángelus, cuando llegó mi compadre Juan, y pudo comprobar como pendían los veinte euros del rastrel. A nada que la hora nona, sonaba en la alarma del móvil para avisarme de la toma medicinal, llego lo inesperado.
Nada, que no pude librar el día de San Jeremías del gasto sorpresa que en este séptimo, siendo en el que pude entregar a la afortunada los veinticinco kilos de carne que le otorgaba el premio, y solo por participar en una acción solidaria que ternera gallega había realizado para toda España. La suerte es así, y mira por donde por esta vez fuimos objeto de alegría, en especial para los hijos de la agraciada, que entre risas lo recordaran para siempre, ya que no sabían donde llevar tantos kilos de carne de altísima calidad.

Así, que llegada esta hora que el bajar de la persiana marca el final de la jornada surgió lo que me temía, un nuevo gasto, pero nada menos que si hubiera sido de tres billetes falsos, diez mil de las de antes, como si nada.

La cooperativa de comerciantes, es decir los responsables de esta, que vaya usted a saber como una vez cumplido con el objetivo fundacional, ni tiene razón de continuar como tal, pues estos, en lugar de exigir a las responsabilidades, que en lo de la Encarnación son dos, ya que ambas, o al menos una, le cabe la obligación que alegremente asumen con la tontería de un prorrateo. En esta cooperativa son todos prorrateos e improvisaciones,  en este caso por la cantidad que cuesta eliminar nuevamente el laberinto de la repugnante blatella, y de la carga de ootecas que esconden en los resquicios del desacertado fenólico con el que realizaron los destartalados puestos.
Así que, la cuota para el mantenimiento y conservación, que se abona a la concesionaria, pues como que no cubre la infección que se detecta, que vete a saber si esta no procede de los recovecos de los deficientes sumideros, y de otro lado, es la propia delegación de consumo que hace como si lo sanitario no fuera con ella, pues, como que mientra estén los placeros pagando las cuotas, y además se encargan “los pobrecitos” de desintestar lo que en ocasiones es espacio municipal, y en otras objeto de la concesión, cabe preguntarse si estas obligaciones corresponden a los responsables, y a cuento de que, los placeros acometen esta actuación, cuando en lo de la puerta ni modo. Pobre Gregorio Samsa

Este es un dinero, el que se aplica mal, que no me hace gracia, pero ninguna gracia pagar, y que deposito una vez más de mal agrado para no significar, donde por tanta laxitud, así nos vemos, por cuanto abonar tres cuotas mensuales, a la cooperativa, al ayuntamiento y a la concesionaria, y no exigir que sea el propio laboratorio municipal el que lleve a cabo este servicio, que es obligatorio en todo las plazas municipales, pues como que me cae peor que si me volvieran a colar otro billete de los veinte euros.

No me he librado en este séptimo día del sexto mes que no me da tregua, que se ha convertido en una autentica plaga del gasto, tal que fuera una blatella sesteando en los cartones del sótano, donde la suciedad se acumula para que ella prospere. Mañana al ser domingo lo mismo me libro, y aparte de poner gasolina, se pasa el día sin gastos.

Por lo pronto me traeré del campo bastantes ramas de laurel, pues aparte de los beneficio de sus hojas y sus simbolismo de suerte y abundancia, parece ser que acaba con ellas, con las blatellas, que con lo demás se hace difícil.

Sevilla a siete de Junio de 2014

Francisco Rodríguez Estévez

No hay comentarios: