domingo, 5 de enero de 2014


Un regalo (de Reyes)

Querido amigo mío, y maestro, también, de tantos...

Injustamente no suelo contestar a tus magníficos alegatos, protestas o reflexiones en voz escrita, aunque lo merecerían, sin duda, todas ellas. No por mí, que no soy nadie, sino por todos aquellos que te leen y que, digámoslo ya, deberían ir pensando en realizar una subscripción pública para la estatua que te mereces en el mismísimo mercado de la Encarnación. Tal vez, en ese rincón que se resiste a ser taladrado por una puerta oportuna y racional. No creo que la historia de ningún mercado del mundo, haya existido persona alguna con tanto ahínco, tesón, sentido común y amor, que lo defendiese como tú. Y no sólo defensa, sino amparo. Porque los que defienden la justicia de una causa, no hacen otra cosa que ampararla, darle calor, mantenerla bajo la tutela de una razón legítima.

Pero hoy te contesto porque me parece que te has quedado corto en el recuerdo, escaso, con rapidez, cuando desde luego se podría seguir escribiendo y poniendo en negro sobre blanco, la memoria de un mercado que, cuando falten gente como tú, se hundirá como un submarino torpedeado por el olvido. Sería, además de una pena mayúscula, una pérdida imperdonable. Me ha emocionado tu pequeño recordatorio porque me ha trasladado también al recuerdo que yo mismo tengo de aquel mercado de la Encarnación donde mi madre o mi abuela me llevaban cuando apenas levantaba un palmo del suelo. Hasta el olor me parece recordar a veces; el vocerío, el ambiente jaranero, la circulación de carretillas, sacos al hombro y cajas de todo tamaño y contenido. Las pescaderías que tanto repelús me daban; los quioscos de verdura que rebosaban y brillaban como jardines colgantes de sus mostradores de madera... En fin. Mi memoria es muy escasa y generalista como para merecer la pena. Pero la tuya es un cofre cuajado de tesoros aquilatado por miles de pequeños detalles diamantinos que deberían ser expuestos a la luz.

Si algo somos, es sólo memoria. El tiempo no da para más. Mientras exista una hebra de memoria, se podrá tejer la historia de una persona, un pueblo o el propio universo. Tu empeño en la defensa, tus desengaños en la compañía de la misma, tu soledad frente a la sordera, la ceguera o el cinismo, la desesperación por sentir la distancia que existe entre la justicia y el capricho, etc... Todo eso debe quedar fijado, como has hecho, mediante la infatigable tarea de ir denunciando día tras día, ir haciendo ver, procurar hacer comprender, enseñarnos a todos las jugarretas de unas autoridades despóticas, arribistas y mangantes que se han lucrado no sólo con un proyecto irracional, sino que han jugado con la vida y la muerte de todos aquellos que habéis sufrido durante tanto tiempo una situación injusta y ruinosa.

Por eso, querido amigo mío, tu memoria es tan valiosa para el mercado y para todo el mundo. Escribe y describe el mercado en el que naciste, te criaste, te formaste y sigues. Hazlo por justicia, pero también por darnos y dar el placer, de conocer el universo viviente del Mercado de la Encarnación. Estoy seguro, que no sólo emocionará a muchos, sino que a muchos nos volverá a aflorar una conciencia que hasta ahora, está dormida.

Un abrazo muy fuerte, de tu amigo Miguel Cruz
Sevilla a cinco de Enero de 2014

No hay comentarios: