jueves, 23 de enero de 2014


Cancelada

 

Nadie puede saber si con la entrega del edificio de la Encarnación, la operación económica-financiera de lo de las setas,  es decir las cuentas, si estas se llegaran a entender, al menos si las cantidades quedaron definitivamente cerradas o fueron canceladas, ya fuera en dinero y en especies, conocer si parte de la deuda aun persiste, si  aun cabe que quede alguna sorpresa, y si hubo ganancias y gananciales, y sobre todo quien las obtuvo.

Lo que si pueden saber todos es todo lo que quieren ignorar las responsabilidades del espacio publico-privatizado, y que  extrañamente llaman plaza municipal de abastos, en el que aparte de incumplir el propio reglamento municipal, se advierte claramente que para estas lo de la Ley de Accesibilidad son letras en el papel.

Si las deficiencias que se advierten, (cosa que no puede ocurrir en la gestión privada) en este lugar publico-privatizado, se puede llegar a pensar que se las repampinflan a tenor de que ninguna de las dos toma las mínimas medidas para, aunque solo fuera, poder poner de relieve las responsabilidades que asumen.

Llevamos tres años y los efectos de la mala distribución de los puestos en un galimatico y caprichoso diseño en el llamado mercado son devastadores, pues la desigualdad surge de la pésima planificación de los espacios, y aun siendo algo de difícil solución, por el costo que supondría un cambio digno de Gordon Ramsay para despertar de la pesadilla del sueño que nos construyeron, al menos, se aprecian que existen muchas pequeñas soluciones para iniciar las mejoras que aquello requiere, y que las responsabilidades ni quieren ver, ni quiere escuchar, ni quiere hablar. (ni pagar). Money, mono.Mico, mico, mico.

Tampoco los placeros hacen mas que balbucir en la barra, unos, los que le van bien, ni tan siquiera han aprendido nada en los 37 años de provisionalidad, cuando nada les preocupa de lo que sucede, otros, en la pasividad dejan pasar los días indolentes comprobando como se le devalúa el paupérrimo patrimonio de una concesión administrativa desbordada por los gastos del subarriendo, mantenimiento, licencia de ocupación, impuestos, y fungibles.

Desconocer los problemas es una negligencia, conocerlos no tiene nombre si en lo público las actuaciones correctoras no se llevan a cabo. Ver a diario cuantas personas buscan una puerta donde no la dispuso el caprichoso berlines, e imaginar los beneficios que le pueden  suponer al desangelado y destartalado lugar, con el simple hecho de instalar una puerta automática en la travesía central y que nadie quiera, ni administración, ni concesionario, que esto se lleve a cabo, solo puede ser el resultado de que lo que se tiene cancelada no son las cuentas, son las ideas.

Sevilla a 23 de Enero de 2014

Francisco Rodríguez

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