Nadie puede saber si con la entrega del edificio de la Encarnación , la operación
económica-financiera de lo de las setas, es decir las cuentas, si estas se llegaran a entender,
al menos si las cantidades quedaron definitivamente cerradas o fueron canceladas, ya fuera en dinero y en especies, conocer si parte de la deuda aun persiste, si aun cabe que quede alguna sorpresa, y si hubo ganancias y gananciales, y
sobre todo quien las obtuvo.
Lo que si pueden saber todos es todo lo que quieren ignorar las
responsabilidades del espacio publico-privatizado, y que extrañamente llaman plaza municipal de
abastos, en el que aparte de incumplir el propio reglamento municipal, se advierte
claramente que para estas lo de la
Ley de Accesibilidad son letras en el papel.
Si las deficiencias que se advierten, (cosa que no puede ocurrir
en la gestión privada) en este lugar publico-privatizado, se puede llegar a pensar que se las repampinflan
a tenor de que ninguna de las dos toma las mínimas medidas para, aunque solo fuera, poder poner de relieve las responsabilidades que asumen.
Llevamos tres años y los efectos de la mala distribución de
los puestos en un galimatico y caprichoso diseño en el llamado mercado son devastadores, pues la
desigualdad surge de la pésima planificación de los espacios, y aun siendo algo
de difícil solución, por el costo que supondría un cambio digno de Gordon
Ramsay para despertar de la pesadilla del sueño que nos construyeron, al
menos, se aprecian que existen muchas pequeñas soluciones para iniciar las mejoras que aquello requiere,
y que las responsabilidades ni quieren ver, ni quiere escuchar, ni quiere hablar. (ni pagar). Money, mono.Mico, mico, mico.
Tampoco los placeros hacen mas que balbucir en la barra, unos,
los que le van bien, ni tan siquiera han aprendido nada en los 37 años de
provisionalidad, cuando nada les preocupa de lo que sucede, otros, en la
pasividad dejan pasar los días indolentes comprobando como se le devalúa el paupérrimo
patrimonio de una concesión administrativa desbordada por los gastos del
subarriendo, mantenimiento, licencia de ocupación, impuestos, y fungibles.
Desconocer los problemas es una negligencia, conocerlos no
tiene nombre si en lo público las actuaciones correctoras no se llevan a cabo.
Ver a diario cuantas personas buscan una puerta donde no la dispuso el
caprichoso berlines, e imaginar los beneficios que le pueden suponer al desangelado y
destartalado lugar, con el simple hecho de instalar una puerta automática en la travesía
central y que nadie quiera, ni administración, ni concesionario, que esto se
lleve a cabo, solo puede ser el resultado de que lo que se tiene cancelada no
son las cuentas, son las ideas.
Sevilla a 23 de Enero de 2014
Francisco Rodríguez
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