viernes, 29 de marzo de 2013







Tres primaveras

 

Debe de ser por algo, y que no parece que sea bueno, para que a lo de las setas no les vengan bien, por ahora, las primaveras. Estas van pasando como sin esperanza, cuando la Esperanza no pasa, cuando así van las tres pasadas.

Es esta la tercera, desde que en la Encarnación se inauguró lo que llaman mercado. Evidentemente no tuvo una buena fecha para abrirse aquella, justo el día después, cuando la Esperanza ya había pasado, por lo que esperanzados solo cabía esperar que al llegar la primavera esta pudiera traer a la Encarnación la Esperanza de nuevo hasta esta nueva andadura de los placeros, después de los tiempos vividos en la provisionalidad.

No pudo ser en aquella ocasión esperada, por mas que se especulara, si fue la lluvia lo que impidió que la Esperanza pudiera pasar, como siempre, (acaso por primera vez), aunque poco importaba si tuviera lugar por debajo de aquello, si quienes esperaban la ocasión eran los pocos placeros que, al retornar allí solo hacia unos meses, habían iniciado una nueva etapa para ocupar un lugar en ese sitio, que por los tiempos del miedo tuvieron que abandonar.

Por segunda vez, en la espera, le llegó de nuevo la primavera a esta Encarnación desfigurada. Era el tiempo en el que la nueva andadura de los nuevos responsables ya se había advertido que a lo que llamaron mercado tenia, entre los muchos signos del icono del desacierto, que al mercado no le dispusieron las puertas con una miajita de sentido común, y se comprobaba sin dificultad que la travesía central, de lo que debería pensarse en plaza de abastos municipal, pues carecía de esta puerta de primerísima necesidad.

No pudieron llevar a cabo, o no supieron hacerlo, o no disponían de caudales, ni las promesas dadas, ¿pero como, aun no esta lo de la puerta? ni para cumplir la Ley de Accesibilidad, pero al menos ante la muchedumbre de fieles que en su paso acompaña a la Esperanza, tuvieron a bien, y no sin dificultad, a acceder a colocar la red, de protección de un lucernario al vacío, otra tontería en lo de la Encarnación, y   que tan reiterada veces, como por la puerta, había realizado a las distintas responsabilidades. La lluvia aceleró el paso. Vista y no vista la Esperanza por el paso de lo de la Encarnación.

 

En esta tercera, el servicio metereologico avisaba de los riesgos de lluvia, y la esperanza se ponía en que estos sufrieran el error, como una puerta inexistente, para que le diera salida a la Esperanza.

Y la noche, que no se equivocó, abrió sus puertas de esperanzas y se hizo día, pero la Esperanza no pasó, ni paseó su paso, por Encarnación descarnada desfigurada, sino que sus pasos fueron por Amor de Dios buscando un camino nuevo. El día se hizo noche, y aun no se advierte que sea la puerta causa para que  ocurra que la Esperanza incluso tome otro camino.

A paso de mudá, que corta se hizo la espera de cuantos esperaban, que largo camino, que corto es el tiempo.

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