miércoles, 20 de marzo de 2013

Detenida en el tiempo

Como no lo propuse, jamás imaginé que alcanzaría a reunir tal cantidad de artículos periodísticos, fotos , comentarios de opinión, y cuanta información que tuviera relación con la Encarnación, pero ha sido el tiempo un elemento imprevisto y fundamental, para que hasta la fecha, estos tengan un considerable volumen, mucho mas amplio del que en un principio cabía pensar.
Lo cierto es que se siguen acumulando las paginas de su recuerdo, esperando facilitar alguna tesis doctoral a la dilación, a la indolencia, e incluso al disparate, en dos voluminosas maletas que superan los cien kilos, (barrera vaticinada por un director general como medida limite que pondría fin a esta historia), y que si lograron tanto peso se debió sin duda a la colaboración de muchas personas que sabedoras de tan inútil coleccionismo me ayudaron a lograr esta empresa de Guinnes.
Destacan en este apócrifo archivo, de tan variada procedencia, los que llegaron de publicaciones del Japón, de Holanda, de Cataluña, así como los editados en medios hoy desparecidos, Sevilla, Hoja de los Lunes, Pueblo, La Verdad, Nueva Andalucía, Claro, La Voz, Sevilla Centro y La Voz de Sevilla.
Recientemente me han enviado una foto en blanco y negro, de un postrer reportaje realizado, según dice el autor, de los últimos momentos de la desaparecida plaza de abastos, pues me asegura que fueron tomadas el día anterior al de su definido cierre.
Esta, que forma parte de un amplio trabajo documental, está tomada en el interior de de la cuartelada del pescado, en la que puede comprobarse la remodelación que unos años antes se llevaron a cabo en esta nave, destacando las claraboyas de luz que antes carecía y la elevación de su techo.
El objetivo, disparado al azar, captó un grupo de señoras, mirando el genero, que lucen aun ropa veraniega, floreada y corta, según la atrevida moda marcada por un La, la, la que triunfó en Eurovisión. En la instantánea aparece un Vacila joven, aun desconocido del publico televisivo, que en su actitud parece pregonar el guay de las mulatas mas frescas, a unas mujeres que, cestas en mano, guardan cola delante de un pequeño mostrador desde el que regalaba gracia. Determina con seguridad la hora tardía del momento por el resto que se ofrece, no mas de media docenas de piezas, no caben dudas que serian ofrecidas a un buen precio, con el fin de evitar en el debut de la provisionalidad inmediata, que estas que lucen bajo las dos bombillas con lámparas de plato el esplendor de la plata y el frescor en las agallas, no fueran bajo una capa de hielo machacado con el mazo de madera, la mejor referencia para iniciar una singladura de mas de treinta y cuatro años.
La escasa nitidez de la ampliación, nos descubre como el que parece ser Caputo ofrece, para gato, un pequeño montoncito de jureles, y lo que pueden ser dos rayas. Como queda dicho la altura del techo y la luminosidad de las claraboyas, se debió al la intervención que se realizó en esta cuartelada ante el peligro de desplome de la vieja cubierta construida en 1820, y fue sufragadas entre todos los pescaderos. Tal vez como el ultimo intento de salvar la plaza de abastos, pues al poco tiempo, afectada por la ruina la cuartelada de la verdura, mayoritariamente ocupada por los hortelanos venidos del Aljarafe, que no tomó el ejemplo de los pescaderos, produjo con su hundimiento, lo cual, junto a la nula intención de estos vendedores por recuperar un espacio harto lúgubre por su abandono, donde la oscuridad y el hacinamiento eran notables, crearon los condicionantes de una aceleración por salir, en una diáspora fomentada por los propios vendedores, que la llevaron inexorablemente a su demolición. El tiempo detenido, apenas ha cambiado nada, si acaso en que las pescaderías, ahora, presagiando el tiempo de sombras que acecha, cambiaron las precarias bombillas de entonces, por numerosas y preciosas farolas de luz fría, algunas de aires marineros, para llenarlo todo de luz, acaso para poder ver cual fresca siguen estando las japutas, y como brillan los ojos de los besugos en sus lechos de nieves.
Francisco Rodríguez Estevez
Sevilla a 30 de Enero de 2007


 

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