martes, 5 de marzo de 2013

Hay piedra para tropezar, otras atrancan la puerta




A veces, muchas veces

 

Como el caballo viejo de la sabana, uno no se da ni cuenta, pero son muchas veces en las que tropezar forma parte de la rutina de la vida, que a fin de cuentas siempre nos lleva al mismo punto de partida.

Viene a cuento por aquello de tropezar con la misma piedra, y como se nos olvida la manera de evitarla.  Nunca lo hubiera creído pero ocurrió ayer, cuando tropecé con algo saliente en el suelo, físicamente el traspié me llevo a dar varias cambayadas para evitar la inminente caída que no fue, por fortuna, cuando felizmente pude asirme a la reja de una ventana. Cinco metros dando tumbos, que me hubieran producido una más que posible lesión, aparte del susto que me metió en el cuerpo solo pensar el batacazo sobre el duro pavimento de granito, que en sus irregularidades hizo hace ya algunos años un falso histórico de calles adoquinadas, mi amigo Javier, al disponer que el pavimento de granito volviera a intramuros.

Serian las siete de la mañana de hoy, y aunque ya clarea, la lluvia hacia oscuro el camino que a diario tomo por ese pedregal mas propio del pasado, y que dificulta su caminar con tantas irregularidades y los charcos que se forman, no me podía creer que hubiera vuelto a tropezar con el mismo adoquín levantado, en realidad son dos, pero esta vez no pude evitar la caída, por suerte, para mi edad, solo ha sido un culazo amortiguado tratando de encontrar la ventana salvadora.

Dos días seguidos, y  tropezando con la misma piedra era algo que no cabía pensar que me sucediera. Claro que en estas ocasiones el tropezón, los tropezones, no eran ninguna metáfora, pues de estas ocurren con mas frecuencias de lo deseable eso de tropezar muchas veces con algo que se puede evitar, como espero que mañana me suceda si me acuerdo y cambio de itinerario.

Claro que lo de la puerta, esa puerta que demando para que el propio Ayuntamiento pueda cumplir con la Ley, no es ninguna piedra con la que a diario tropiezo. ¿Acaso creen que no la llegaran a abrir?

Que algo sucede (con lo de la puerta) es evidente, pero no tiene ninguna consistencia de que sea la concesionaria-adjudicataria la que tenga el protagonismo del obstáculo donde tropieza este asunto. Imagino que tampoco puede ser  la causa del posible trastabillamiento que antecede al porrazo final, quien por fraternal cariño creció entre los placeros de la Encarnación, y hoy está en el ajo. ¿Entonces?

A veces, muchas veces, la piedra no es algo que está escondida al objeto de que al pasar, como si fuera una puerta, alguien pueda tropezar. La piedra, en este caso la que trataré de evitar mañana, para no mejorar el record, solo es que un adoquín se ha levantado, posiblemente al pasar un vehiculo pesado, y una vez que tenían perdida las lechadas de unión por el paso también de los años, se ha convertido en un elemento perturbador al paso, por cuanto serán muchos los que tropezaran, hasta que, o mal ocurra una desgracia, y denuncie la persona damnificada a la administración, Dios no lo quiera, o mi querida delegada del casco antiguo tenga a bien venir a comprobarlo, y de paso le vuelvo a recordar, como tantas otras muchas veces, lo de la puerta.

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