martes, 26 de marzo de 2013


Desde Alemania

 

 

Tres ingenieros, para las setas de madera y un capataz para los andamios.

 
Tuvieron las setas tres ingenieros que dirigieron la colocación del rompecabeza de tablones conglomerados, revestidos de poliester, sobre el colosal andamiaje que con felina destreza ordenaba el equipo del “chino” llevando a cabo el montaje de la enorme estructura de tubulares.

Con el tiempo, y el jamoncito serrano de bellota con el que tomaban el bocadillo de las diez, fui creando tanto con los ingenieros alemanes, como con el capataz de los andamios un vinculo amistoso, pues aunque en principio este fuera tenso por cuanto les mostraba mi desacuerdo con lo que se estaba llevando a cabo, obviando que nada menos que aquello que repudiaba, era precisamente los trabajos que ellos tenían que realizar.

Siempre me dieron la razón, pues a cada momento aparecían dificultades, no había día en el que no tenían que resolver algún problema, generalmente estudiando soluciones de urgencias con una nueva improvisación, por algo mas que un capricho a lo que se le acababan los plazos.

 El primero de los ingenieros cuando se marchó dejando “la obra” me comentó que no estaba de acuerdo de cómo se estaba llevando a cabo, y aunque su español no era muy bueno, supe que su  disconformidad le llevó a incluso dejar la empresa de la madera.
El segundo tenia nostalgia de su país y echaba de menos sus hijas pequeñas, a las que le hubiera gustado haberla traídos para la feria de aquel año de 2010, pero se marchó por cuando no le gustaba  como se estaban llevando la cosa.
Por ultimo el tercero, acaso con el que tuve mas confianza, y que aguantó hasta el final, muy a su pesar, y a la demora, pues ya se había despedido de la empresa, imaginen los motivos, con anterioridad, y segun contrato, por lo que le retrasaba su prevision de acudir a otro lugar del mundo. Ya  con el mercado inaugurado vino a despedirse acompañado por todo el staff técnico de lo de las setas, y de paso adquirir algo del jamoncito que facilitó su permanecia en este disparate.

Lo hizo con una cierta guasa, acaso irónica, de lo que nos habían dejado, acaso lo que cabía sospechar por toda la información que por el vínculo amistoso, me llegaba de los técnicos y de los operarios. Pero saberlo no servia de nada, pues la orden era acabar aquello, y lo acabaron, cuando menos inaugurando el llamado mercado bajo una estructura de tubos y con una fachada falsa de madera, que los hombres del “chino” tuvieron que montar a toda urgencia.

Hoy ha venido una señora acompañada de otras dos mas jóvenes, no podía imaginar la nota que traía en la mano, cuando me pregunto en correcto español, ¿usted debe de ser Paco?

Traía un saludo escrito de su hijo, nada menos que de uno de los ingenieros que estuvieron trabajando en las setas. La señora me contó que su hijo le había contado muchas cosas de mí, al punto que me conocía perfectamente. Ha sido un encuentro muy agradable, he aprovechado para devolverle su recuerdo y mandarle un abrazo, que le doy a su madre. Se marcha para Alemania. Ha venido para ver las setas, y en confianza me dicho que su hijo le dijo que yo tenia razón,………………………..Por el momento a ella tampoco le gustan, que no es poco, y eso que debe de tener información privilegiada.

El tiempo nos dirá si  las improvisaciones tuvieron un acierto duradero, siempre y cuando tengan el mantenimiento que requieren, pues malo será que los temores que por criterios diferenciados tuvieron los ingenieros como para abandonar el montaje, tengan en el futuro motivos de preocupación.

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