domingo, 30 de diciembre de 2007

Un aseado servicio

Política



En mis manos cayó un viejo libro de ciencias políticas, seguramente editado en un tiempo sin libertades, pues carecía de la hoja de la fecha de edición.

Parecía ser un libro de texto de Universidad. En el se describían utópicas reflexiones, lo que me permitió hacer las mías cuando leí aquel párrafo en el se justificaba el deseo legitimo de alcanzar el derecho individual de cada persona para lograr un puesto de gobierno en democracia. Decía que para ello bastaba tener la preparación suficiente para el cargo que se propone, la responsabilidad del ejercicio publico, y el respaldo de los ciudadanos. Por un momento imaginaba un pueblito pequeño, donde todos conocen a todos, donde sería fácil saber de la honradez del candidato, de sus pretensiones, de sus ideas, de su preparación, de su dedicación, de su firmeza y sus debilidades, de sus convicciones.

Mas adelante calificaba de ambición al legitimo derecho de quien pretende permanecer en ese lugar, que algunos llaman privilegiado, siendo un lugar de servicio a la comunidad. Y por ultimo poco menos que una abominación aquellos que deciden hacerlo a toda costa, queriendo perpetuar su abnegado servicio, impidiendo que pueda producirse una alternancia, como “higiene” política de una posible corrosión de tanto tiempo en el desgaste publico.

Similares palabras, las llegue a oír en boca de quien ocupo relevancia en la vida publica, cuando era un joven prometedor, “ el poder corrompe, el poder total corrompe totalmente”, y aun sigue en la casa de los leones.

¿Pero a que se podría dedicar, quien durante tanto tiempo deja de ejercer su profesión, como profesor, medico, abogado, perito agrícola, historiador, geógrafo, maestro de escuela, periodista, para dedicarse, normalmente de forma ocasional, a la gestión publica?. Una tentación de difícil rechazo. Pero, acaso deleitado por el efecto de la experiencia, como pretende la sociedad que abandone todo aquello y se reintegre, primero poniéndose al día en su abandonada profesión, y luego enfrentarse al escueto sueldo de antes, olvidando el caudal que regaron los cultivos de tan fértil huerta.

Cabe suponer que la referencia a la “higiene”, no era la que lleva al aseo con ese escaso liquido transparente, inodoro e insípido, por mas que se laven las manos.

Sevilla a 18 de Enero de 2006
Francisco Rodriguez Estévez

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