domingo, 16 de diciembre de 2007

Mercamorfosis

Mariposas

En la maraña de seda de un rincón, el gusano durmiente sueña, en su larvario estado, volver a ser algún día un bello papilo. Un ciclo que cada año se renueva, sin sorpresas, pues raro seria que del ovalado sarcófago donde inerte descansa el laborioso “bombix mori”, salga un caprichoso virrey.
Por que nada es como empieza, sino como acaba, pues todo lo que comienza alguna vez llegará a su terminación, en el rincón de la Encarnación de provisionalidad eterna, donde esperan acabar este ciclo de crisálida comercial, para volver a los orígenes de su propia naturaleza (que con la intervención micologica serán irremisiblemente perdidos), para recuperar la propia identidad, los días finales se acercan, y la incertidumbre de lo que acontezca crece en desmedida.
Se acaba este año, chino del gato, con reivindicación de conejo que, cansado de vivir permanentemente en la chistera, como un descoyuntado contorsionista, toma en este solsticio el protagonismo del pavo. Lo que no significa que sea gato por liebre.
A poco que comience ese año ocho, ocho del vaticinio, ocho de resucitación, ocho de esperanza, en el que lo de la Encarnación llegará a los siete lustros, y aparece la duda de si acaso fuera ese ocho de enigmatico significado para esta plaza de abastos, que su interpretación nos llevara a los ocho lustros, en cuyo caso nadie podría resistir.
Si se cumpliera, y todo acabara con el ocho, ¿ocho lustros?, ¿ocho años?, sería un pronostico desolador para ese reservorio anticomercial, que se resiste en esa cápsula del tiempo, receptáculo imposible, para reencarnado salir donde pueda desplegar toda la belleza que aun mantiene en su interior, posiblemente por que estuvo alimentado por cuantos se dejaron comer el corazón. El insaciable “bombix” durmiente en la maraña de seda del rincón, sabe que nunca llegara a ser monarca. Ni el conejo, pavo.
Sevilla a 16 de Diciembre de 2007
Francisco Rodríguez Estévez

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