sábado, 1 de junio de 2013


No está
 
El pequeño tiene su gracia, se llama Nilo, al menos eso me pareció que le llamaron sus abuelos cuando llegaron hasta este desolador lugar para que el pequeño viera la figura de una ternera, en tamaño natural, que, aunque estando proscrita por las autoridades competente, que es un decir, me niego en rotundo a retirarla, mas por desobediencia cívica a semejante autoridad, y con el temor de que pudiera ser sancionado, mas no lo creo.

Es de un mínimo de sentido común que permanezca ese reclamo en la desértica calle del laberintico mercado de la Encarnación, para que al menos sirva de orientación a las personas (te espero en donde la vaquita), que lo mismo tambien los abuelos se ven forzados, a requerimiento de esos pequeños, a llegar hasta ese recóndito lugar y disfrutar montándole en los lomos, e incluso a tener que mugir, algunos de forma lastimosa.

Nilo tiene dieciocho meses, y acarició sin ningun temor la cabeza de la figura de una manera delicada, casi con un cariño que parecía que fuera realizado a un animal de verdad. A pesar de su tamaño, alcanza a tocarle la boca, y empinándose, detalla donde están los ojos y también descubrió la cola.

Pero algo le llamó poderosamente la atención, cuando le dije que si la quería que se la llevara a su casa. Miró a sus abuelos acaso dudando de lo que le había dicho, tal vez pensando ¿Habéis escuchado lo que a dicho este?

Le reitero mi oferta, y le confirmo severamente ¡Te la regalo! ¡Llevatela!

De inmediato se fue a buscar el cuello de la figura en vano intento de que sus fuerzas pudieran llevar a cabo semejante gesta, pero llamándome con sus manitas me indica, “nostá”. Sabéis lo que estaba diciendo Nilo, de menos de dos años, que no está la puerta, que no hay puerta en  ese lugar para poder llevarse la figura de una ternera de poliéster de tamaño natural hasta, imagino, que a casa de sus abuelos.

Me pide la mano y buscamos en cada uno de los cristales de aquel fanal de la desierta calle y efectivamente me reitera que “nostá”, que no hay ninguna puerta, y que por lo tanto no se la puede llevar. La abuela le conforma, “otro día”. El pequeño Nilo se ha dado cuenta de que no existe ninguna puerta por donde pueda salir del laberinto llevándose la figura de poliéster, imagino que ha sido el sentido común de la inocencia lo que ha llevado a darse cuenta de lo que los responsables en este laberinto aun no alcanzaron discurrir. Otro día.

Sevilla a 1 de Junio de 2013
Al menos se ha abierto la puerta de la Esperanza 

Francisco Rodríguez Estévez

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