lunes, 24 de junio de 2013

La Fabriquilla y las Salinas de Cabo de Gata tras la puesta de sol
Lunes en el cristal

 

A falta de ventas, los lunes viene siendo un día en el que espero siempre que suceda algo. Por lo general siempre ocurre alguna que otras cosa dentro del laberinto, lo cual puede ser motivado también por la ausencia de los mercaderes, que acaso prefieran estar en otro lugar. Ellos se lo pierden, manque ganen.

No es divertido permanecer tras el cristal de la pared tantas horas en un lugar por el que el público ni aparece, no es divertido colocar las mercancías para que estas se hagan invisibles, o cuando menos aparezcan en lo alto de los árboles, o se ven por las azoteas, o en los balcones. Pero nadie hace nada por evitarlo.

No es divertido soportar los olores de una deficiente instalación de un lugar nuevo y municipal  donde se expenden artículos perecederos, ni los que desprenden los husillos mal realizado, menos no disponer de aireación suficiente, y quien dice si el termostato de la refrigeración no se encuentra operativo, y el aire tibio no es algo que se apetezca.

En la ocupación manual para desocupar la mente del pensamiento que obliga tantos pagos,y tan pocos ingresos, pensaba escribir sobre la multa a un ciclista de 6 años de edad, pero mira por donde llegó un amigo al que hacia mucho tiempo no veía, acompañado por una de sus hijas, de las mayores, y que por el ultimo desamor  se encuentra exiliado en una dorada playa de Almería. Una historia de película.

Sexagenario, joven,  de varios matrimonios, siendo  experto  en vivencias de pareja, no es ninguna tontería tener en su haber de padre, hijas legítimas de varias encamadas, pero apena verle como lastimosamente  lame las heridas que le infringió su última mujer cuando le dijo hasta aquí.

Ha vuelto ocasionalmente de su destierro  a esta tierra, Prócula Julia, aun siendo, como sus primeras hijas, nacido en el arrabal de los halconeros,
 Le ha traído un  asunto especial y algo más serio que el desamor y el desarraigo, ha vuelto para someterse a las valoraciones que le exige puntualmente el cáncer que le toco en suerte, como el amor que le exilia, pero que pudo ser peor que ese amor que le está matando al caliente Sol de la bajamar de tanto pensar.

De verbo fácil, seductor y mañoso experto en las artes amatorias, podía esperarse que en las doradas playas de Bayyana de nuevo apareciera la seducción para un nuevo amor, pero era de esperar que la pequeña Julia le causara estos estragos que no le favorecen a su quebradiza salud.

Como nunca estuvo en este mercado, me dijo que me quedaba corto en cuanto a lo que decía de este mamarracho, y que efectivamente era un laberinto pues le costó varias vueltas para dar con el sitio donde me encontraba, y en cuanto a la puerta me dio un consejo, “no pienses que estos sean capaz de rectificar pues se han propuesto hacer bueno a los anteriores”.

Como comprenderán no se lo tengo en cuenta, dado lo delicado que está, pero ¿Por qué me diría tal cosa? Acaba de venir una pareja asiática preguntando por Paco Rodríguez. I, am.

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