martes, 18 de junio de 2013


En cascada

 

Desde el ventanal panorámico en el que puedo observar el silencio existente en el exterior, y escuchar el viento en la desértica calle interior (aparte de un que otro mugido de abuelo por aquello de la “vaquita”) se me hace inevitable los comentarios que surgen  acerca de los familiares de  los responsables, en este caso irresponsables, no los comentarios, mas aquellos que no tuvieron la responsabilidad, pues aun en nuestros días es desconocida la autoria del caprichoso diseño de la plaza municipal de abastos de la Encarnación, por lo que los furibundos ataques que el mosqueo produce a los usuarios, buscando la puerta inexistente, encuentran generalmente en los actuales responsables de lo publico, el blanco del desahogo.

Habrase visto, cosa más absurda, con lo que cobran. Sirva como ejemplo descafeinado que va desde lo que llaman robo, trincar, mangar, y lo que se habrán llevado, hasta la tontería, inutilidad, mamarracho, donde coño está la puerta, pasando por todo el parentesco, en ocasiones, del anónimo ocurrente.

Había pasado el Ángelus, y aun no había caído nadie en la trampa de la barreduela de cristal. La verdad es que la fría mañana de este extraño Junio, había ahuyentado al personal. Por la solitaria calle interior, taponada por la columna y el hipnotismo de las luces, no se emitía ningún comunicado.

Pero pareció que todo iba a cambiar en cuanto se levanto una ventolera que atrajo como las polillas a la luz, a cuantos pasaban hacia la broma berlinesa, uno, dos, tres, así en cascada fueron entrando en ese desacertado lugar que uno no acierta a entender como fue tan aplaudido por los ignorantes, y como no fue advertida su inutilidad por las instancias sabedoras.

El previsible chaparrón atraía a más gentes en la confusión de entrar y salir de un lugar sin puerta, más cuando empezaron a caer las frías gotas de agua. Muchas personas, desprovista de paraguas, ante la sorpresiva lluvia, y sin poder acceder, esperaron que escampara protegidas bajo el vuelo de la cornisa de aluminio en la curva donde la ternera de poliéster.

Acercando sus manos a los cristales apoyando sus caras, se podía ver los enfadados rostros de aquellos que podían haber pasado al laberinto, pero que sin puerta, una vez que cesó la lluvia, encaminaron sus pasos hacia otro lugar.

Sevilla a 18 de Junio de 2013- http://www.youtube.com/watch?v=6nhp2qPavR4

Francisco Rodriguez Estevez

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