miércoles, 24 de agosto de 2011

En la imaginacion

El realismo de la Encarnación

El profesor lleva contado todas y cada unas de las marcas que le dejaron a la Encarnación. Se diría que es un gran experto en la hipovulemica, siendo maestro en la talla.
Tallar también es cortar, cuando menos en Roma, y Barcelona, no en balde los primeros solicitan que talles el prochuto sutile e morbido, y lossegundoste lo exigen y quieren el pernil en tajaditas finas y talladas petitas.
La sangre, en ocasiones, sale de las arterias que quedaron llenas cuando se desjarreta la llana de pico, que se adquiere para compensar la media ternera.
El imaginero, pasea en la mañana recorriendo esta nueva Encarnación fuera de cánones y se detiene para comprobar como aun, en la carne sacrificada, el rojo liquido de la vida tiñe los músculos de la maza de filetes, y como los cuajarones de un negro vino tinto, mancha el blanco delantal del carnicero, de tal suerte que la imagen real de las manchas se semeja a los que en la encarnadura de una Encarnación sangrante, pudiera quedar impresa en una sabana.
El profesor Miñarros, que guarda su firma en documento que deja en el interior de sus obras para que se sepa la autoria en el futuro, es sin duda una autoridad en lo de la Encarnación. Ni que decir tiene que también ha advertido que no solo las puertas tienen un algo de colocaciones aleatorias como las marcas dejadas por los efectos del “flagrum” en la piel del castigado, si no que además considera que algo le falta en el lado izquierdo, un espacio ideal para que se coloque una puerta, al menos para que le de sentido a la “calaverada” y tengan cuando menos el gesto, y no se olviden del Gesta, que no es que fuera malo el detalle, ya que este solo era malo como ladrón.
En la Encarnación, en su interior son treinta nueve, como los latigazos de ordenanzas, como los escalones de una escalera de película, y no tienen otra que aguantar el desenlace final.
Desde siempre se supo que la Encarnación empieza y acaba en madera, como las imágenes de las “sangrantes encarnaciones” que en exposición itinerante explica el maestro Miñarros, los efectos advertidos en el martirio que sufrió en sus carnes, hasta que finalizo su vida carnal en la madera de una cruz, quien nos vino en un “pesebre”.
Igual le sucede a esta Encarnación sangrante que empezó en unos cajones de maderas y acabará, mas tarde o mas temprano en esta madera de conglomerado de pino finlandés, que siendo considerado proyecto imposible, y ahí esta el verdadero misterio, no se pudo evitar, y todo parece ser que era por aquello de que estaba escrito. Esperemos que no sea imposible encontrarlo, y que con las auditorias pendientes no se haya olvidado, como la puerta, donde se puso el documento, y se tenga que mirar dentro del yacente.
Sevilla a 24 de Agosto de 2011
Francisco Rodríguez

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