viernes, 5 de agosto de 2011

Del griego, como el gallo

La verdad cierta


Tenía que existir lo imposible, como la cubierta que le hicieron a lo de la Encarnación, e incluso inventar la resina pegamento para que aquello quedara pegado, y sobre todo pagado. No tendría lógica pagar las deudas contraídas si no se hacen con largueza, y millón mas o menos, no importa en esta vanguardia tradicional, donde encontramos la enriquecedora ruina, de un papanatismo rompedor.
Moderna e histórica plaza de abastos municipal, privatizado lugar con azotea de eventos y mirador social, con fotovoltaicas inexistentes, y sin puerta de entrada para que puedan entrar, naturalmente por la puerta que buscan aquellos que no la consiguen encontrar por el grave hecho de que no la realizaron.
No es que se olvidara. La versión original es que fue suprimida por aquello de que habían previsto dos puertas juntas, tal como las que dejaron en la calle sinuosa, para que solo abrieran dos hojas.
Tiene lo de la Encarnación ese punto fino ("oxi") de lo nuevo, junto al estupido("moron") de una endeblez total de su realización, que como decía el griego que aquello podía ser perfectamente motivo de consideración como un oximoron en todo regla, pues siendo algo carísimo gratis, que no le cuesta dinero a nadie, mas, cuando siendo imposible se hace, y que acabó nada menos que como reservorio de los desesperanzados eternos provisionalistas, donde esperaran pacientemente que les llegue en esta moderna, nueva provisionalidad definitiva, el final esperado inesperadamente.
El oximoron es como un agridulce, como una Encarnación muerta resucitada, donde la sinergia del sector comercial se implico con el mimo del doctor y sus pobrecitos placeros, para que el emblemático mercado tuviera el equipamiento que fueron a pedir, como un peligro controlado, para que la herida sangrante por la púas del “oxi”, solo afectara al estupido “morón”,del bolsillo ajeno.
Y es que para blanquear nada hay mejor que la cal, y lo mismo se le da unas bajeras al zócalo, y el muy “morón”, de hecho necio, ignoraba ese nimio detalle, que nunca se podrá saber por cuanto, siendo secreto a voces, salieron las entradas del libro de diario, aunque todos sabemos, casi seguro, que mas que distraido, es un gran desmemoriado. Lo cual es verdaderamente cierto.
Sevilla a 5 de Agosto de 2011
Francisco Rodríguez Estévez

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