viernes, 12 de agosto de 2011

De cine

La invitación

Una empresa del extranjero, para no dar mas pistas, me invita a participar en un documental sobre lo de la Encarnación.
Al leer la misiva, ni que decir tiene que me supuso una gran sorpresa. No tengo ninguna idea, o sí, de los motivos para ser invitado en este trabajo que les traerán desde varios miles de kilómetros.
Nada se nos indica en la carta, salvo las fechas de grabación. No parece que en un principio quieran saber en aquellas latitudes, todo lo que de esto callo, pues más me inclino que estén interesados, en gran parte, de lo mucho que ya está expresado en todos los medios que he tenido al alcance.
Me parecía imposible que a estos, generalmente muy bien informados, se hubieran puesto en contacto a través de mi correo electrónico, (sin duda facilitado por alguien que me conoce), para formar parte como entrevistado, en un amplio reportaje, que con la retrospectiva del tiempo pasado, y teniendo el conocimiento de los resultados que aquello a generado una vez acabado el conjunto, lo mismo en alguna persona de débiles convicciones puede que le haya generado un cambio de opinión.
También cabe la posibilidad, guste o no, de aceptar aquello, visto que son nulas las posibilidades de que el “Kerto” a menos que se infeste de termitas, se vuelva serrín.
Si la intervención que se me solicite fuera acerca del fenólico amarillo que pusieron sin contar con el arquitecto, o las preguntas fueran por lo de la puerta inexistente, o quien dice que la entrevista nos lleve a olor que desprende aquello, seria mas de lo mismo.
No parece que sea probable que se me pida opinión de la descabellada distribución de los puestos, ni de los obstáculos que supone los pilares en medio del viario, ni mucho menos de los desagües, ni del reglamento, ni de las fotovoltaicas,y para nada hablar sobre el equipamiento, ni de las penalizaciones por las demoras, tengo la impresión que tampoco será el tema las escaleras, las tres escaleras, ni mucho menos la rampa contraria, ni el aire que calienta la sinuosa calle cubierta impregnándola de su extraña fragancia.
Por eso me temo que la filmación pueda, en el montaje, quedar reducida a una pequeña intervención, y es una verdadera pena que vengan desde tan lejos y no logren captar las imágenes de lo que por mi palabra no digo, y es que de “pegamento” no tengo ni idea, y aunque parecía imposible que metropol-parasol fuera “sostenible”, algo le debieron "untar " a las "setas" que nos la “pegaron”.
Sevilla a 12 de Agosto de 2011
Francisco Rodríguez Estévez

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