jueves, 25 de agosto de 2011

De risa

La provincia

Vienen a esta ciudad de las personas, de setas, de capitalidad contrastada, especialmente los fines de semana, grupos procedentes de la provincia provinciana ávida de modernidad.
Parece que por lo que le han contado en un boca oreja del micologico proyecto, que todos se afanan en encontrar la puerta inexistente que tanta gracia hace a los grupos de jubilosos jubilados, y es que en la paranoia de la modernidad, de la sostenibilidad, pasa la mañana la tercera edad subiendo y bajando por las escalinatas de granito que llevan a la desértica plaza.
Las tandas de visitantes que de la provincia llegan al punto crucial de la sinuosa rampa, una vez que estando tan lejos del original catestismo,y comprueban aquello, son tan escépticos que poco les importa encontrarse en plena vorágine de las vanguardias,acaso por que lo que buscan no son sombras en el suelo, pues lo que les lleva hasta alli es encontrar los famosos carteles que les dijeron,y que estos les indica que efectivamente olvidaron la puerta que buscan, y entonces es para troncharse de risas.
No es algo que pueda creerse hasta que se ve con los propios ojos, pero resulta insolito ver a cuantos grupos, por numeroso que sean, que todos quieran fotografiarse junto al cartel. ¿Un recuerdo?
Por lo visto muchos ya vienen avisados, y con las risas y las fotos de recuerdo se hacia necesario, por parte de los excursionistas, comprobar por ellos mismos que no solo los carteles colocados en los cristales avisan de que se olvidaron la famosa puerta inexistente, también querían comprobar que efectivamente donde se buscaba encontrar la puerta de marras, esta no existía, y las risas se hacían por tal motivo un poco mas escandalosas, de partirse y de mearse.
La provincia se divierte en esta capital con lo de las setas de la Encarnación, en especial estos mayores, de edad dorada, que aun son jóvenes en su espiritu viajero y están dispuestos a divertirse, sobre todo cuando les vienen con las milongas que si la vanguardia, la sostenibilidad, el modernismo, y mas propagandas y pamplinas de este caprichoso icono de madera, cuando están comprobando que es algo tan mal rematado, tan ilógico, tan desestructurado, tan desubicado, tan inútil , tan costoso, y tan y tan, que no deja de ser algo tan sumamente raro que ni tan siquiera es cateto, faltarías mas.
Aquello mas parece mamarracho, algo que seguro de que ni en provincias seria posible hacer semejante cosa, sin que fuera calificado de una catetada, y es que no hay nada como ser de pueblo para evitar, corriendo a gorrazos al alcalde que se le ocurra gastar el dinero en estas cosas, que dicen modernas modernas, pues, como si al pueblo lo que faltaba fuera hacer esas cosas, y es que, con lo que cuesta, que además, tengamos que servir de risa.
Está bien que venga la provincia a buscar un cartel de merecida fama. Cartel que causa risa, que pena, por advertir que “se olvidaron de la puerta que usted busca”.
Puerta inexistente, que actúa como un trampantojo, y les lleva hasta el chasco del cristal del laberinto de los espejos, de barraca de feria, que hace las delicia de los jubilosos jubilados, que nada mas entrar, cuando localizan la dificultosa entrada, preguntan ¿los servicios? y es que la risa, generalmente, afloja el punto de las señoras.
“Segunda puerta a la izquierda, junto a los buzones”, y ya verán la risas de estas, cuando adviertan que solo hay uno para todas, y todas para uno. ¿Quién dijo que esto no era divertido?
Sevilla a 25 de Agosto de 2011
Francisco Rodríguez Estévez

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