domingo, 27 de enero de 2008

RATERIAS

En pleno centro

A menos que la imagen captada fuera un montaje, la foto demostraba, inequívocamente, que la rata se encontraba en la Encarnación cuando fue abatida.
Allí mismo, en pleno centro, justo en el lugar que destinaron para concentrar la larga fila de contenedores para las basuras, donde, encontrando la comida facil, bien que alcanzó un tamaño desmesurado, se diría enorme.
Pero definitivamente se le acabaron sus correrías de prisa nerviosa, y sustos inesperados para los paseantes distraídos que, mirando aquello de las setas, o alcauciles, horrorizados, se topaban con su presencia.
Detenida en el tiempo, por la cámara, el ciclópeo fondo de una mole gris, revela una escasa actividad en esta cuesta de Enero, que mas parece cuesta de hormigón, cuando, en plena crisis del sector de la construcción, esta coincide justo con el inicio de obras para la estación del metro, (aprovechando el paron), nuevo paron, en esta ocasión por seguridad, que sufre, (como los vendedores afectados), eso del parasol, que llaman metropol, si es que la línea trazada se hace realidad, y mientras tanto, al menos, pensar que puede llegar algún día el tranvía. A ser posible, antes que fenezca por causas naturales (la falta de clientes), cosa que es de temer, pues tiene diagnostico de gestacion larga.
Es, esta Encarnación de Sevilla, de vanguardia, moderna, en nueva encarnadura, (según lo del concurso), la que le pondrá la sinergia, al grave asunto de un decadente sector comercial, donde los vendedores del pequeño mercado de abastos, bastante milagro tendrán que hacer con esa estructura de diseño, para aguantar, y evitar su desaparición.
Es la misma Encarnación, y a la vez diferente, de cuando, en sus siete vidas de gatos, Emblematico y Peligro, se disputaban el dominio del solar, (como si fuera responsabilidad de animales), en la que perdieron las suyas, como se perdieron los aparcamientos para residentes, rotatorios, y en superficie. Es en esa Encarnación, donde se ha podido verificar que la rata ha muerto por las dentelladas de un perro fiel que acompañaba en su perra vida a su dueño.
Es esa Encarnación, centro del centro, que siendo parte del Imperio desaparece, como la media Luna del menguante, y acaba en cruz, y en cuadro de desolación de centro anticomercial, que acoge a cuantos carecen de techo, para que en sueños de tetra brik viajen a galaxias siderales fijando en las retina su paisaje, antes de que el coma, sin probar bocado, se lo lleve, esa Encarnación, que enfría la sangre de tiriteras alucinantes para que el holocausto de hambre arda, como un bonzo, sin que nos lleve a la reflexión de las prioridades, si el ser humano muere, como la rata, a su sombra.
Alargada sombra, de paraguas plegado, como ciprés, como cerrado alcaucil, como capullo de rosa, en la que el agónico comercio pasa los días practicando en su carne el harakiri, para cuando le llegue su turno, si es que no le salva antes la jubilación, eludiendo hacer hilo con los aires del fiel perro, para no acabar en sus fauces, como la rata muerta, en una dentellada de innato instinto.
Era una rata de alcantarilla, desubicada por su glotonería, que posiblemente tuviera de madriguera alguno de los comercios cerrados, y casas vacías sin inquilinos, sin dueños, aparentemente muertas, cebándolas en el sueño de la espera hasta que engorden a reventar, que rodean este círculo central, onfalo caprichoso, a la que el destino le puso final en este año ocho, que es el de las ratas, para los chinos.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla a 26 de Enero de 2008

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