sábado, 5 de enero de 2008

Calles, Plazas, para recordar

Calle del Sabio, antes burro.
Las calles, en esta ciudad en la que habita el olvido, (según conviene, y solo hasta cierto punto), cuando son dedicadas a la memoria de personas para recordarlas para siempre, deberían de tener una ética de merecimientos, la misma para no retirar en una degradación sumarísima nombre alguno, en especial aquellos que el uso y la costumbre llegaron a darle.
No deja de ser algo incomodo algunos nombres, pero resulta incongruente con la ciudad que se retiren nombres azules, para ponerles nombres rojos, en especial cuando no aparecen los meritos para que tal honor honre la memoria del homenajeado.
Mi calle no tiene un oscuro bar de húmedas paredes, pero tiene nombre de chatarrero, su merito, su locura, fue hacer poesía, entre oxidados hierros. No les parece bastante.
Lo de la Alianza, y su cambio de nombre, avergüenza incluso al periodista que tenia alma vasca, y se perpetuó como ministro de tantas carteras como pudo, cuando pudo, aunque hay que pensar que no en todas tendría la preparación requerida, y que acabó siendo tachado, por anti-comunista, antes de exiliarse en México, ¿Sus meritos con esta ciudad?,en la pequeña biografía que he leído no aparece nada, de nada, y si bien dice que era hombre serio y honrado, lo cual me hace pensar que el pollo montado le hubiera causado un gran malestar al punto de que se volvería a morir de vergüenza, al saber que para rendirle este ayuntamiento del pacto de progreso lo que el llamaría un homenaje inmerecido post mortem, a estos ediles, con todo lo que hay, no se les ocurre otra cosa(cuando agotan el tercer cuarto), que arrebatarle el suyo, el de toda la vida a una inocente placita, que lo tomó de la fabrica de telas que allí existió, y que por ello era conocida, ya que fueron los ciudadanos, y no otros meritos los que se lo dieron.
Bastante se tiene con aceptar que en el nomenclátor callejero vengan a figurar, por acuerdo plenario, los de los presidentes del consistorio, que siempre tendrán división de opiniones sus faenas, entre abucheos y aplausos, más cuando alcanzaron el merecimiento por acuerdos de intereses partidistas, que no deja de ser algo de dudoso gusto.
Son muchos nombres, a lo largo de la historia que no alcanzaron este reconocimiento, aun teniendo meritos sobrados, pero por esta vez sugiero, en esta moda de cambios, para, una vez desaparecida por la micologica remodelación de la Encarnación su plaza y su mercado, que tome el nombre de Plaza de los Vendedores del Mercado, pero no como mártires del desatino, sino como homenaje al recuerdo de estos, de su importancia en el desarrollo y crecimiento de esta ciudad, y la relevancia que lograron en sectores económicos, sociales e incluso en el político y en el cofradiero, pero en especial por su caridad y ayuda, a cuanta hambre quitaron, cuando el Cardenal Spinola les pidió personalmente a estos sencillos vendedores comida para los pobres, que de otra manera hubieran muerto de inanición mucha gente, pues la pobreza y la hambruna era cosa generalizada. Acaso algunos de nosotros le debemos nuestra existencia a aquella sopa generosa. Pero que más da habitando en el olvido.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla,26 de mayo de 2006

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