Tiempo sin tiempo
Durante el tiempo de los miedos se hizo el silencio y se
llevo a cabo su destrucción. Aquello, por extraño que parezca hoy, fue un hecho consentido y
dado al aplauso de la euforia de las propias victimas inmoladas, lo cual supuso el
grave error de dispersar las unidades, pues así se iniciaba una estrategia de segmentación del personal que
se fundamentaba en la falta de espacio, dado que el que se generaba en la recuperación
del que se desocupaba, tenia destino ajeno a los propios intereses de los auto
damnificados, pues el aprovechamiento de este territorio en nueva construcción se
utilizaría para la financiación de una moderna plaza de abastos, pero que la
propuesta, por engañosa, evidenciaba que cuando no hubiera miedo en el tiempo y
se pasara el de los sustos, se iniciaría el de la desintegración. Tiempo al
tiempo.
Este vaticinio formulado
hace cuarenta años por un viejo carnicero en la puerta Neptuno, en el mismo
momento que se quedó cerrada definitivamente la cancela, una vez acabado de dar
el ultimo viaje trasladando a la eterna provisionalidad los enseres que quedaban, y abandonando otros tantos para siempre, pues
como que da miedo volver atrás en el tiempo para recordarlo, mas cuando la continuación
era tan estremecedora como que no sabían muy bien aquellos placeros que regresaran en que
tiempo volverían.
Lo peor era el pronostico de cuantos, pues al afirmar que
nadie volvería ya era lo bastante inquietante, en cuyo caso restaba importancia
el cuando, así se tardara mas de treinta y siete años. Tiempo de condena.
En el tiempo de la euforia, todos contra el fuego, el solar
paso de ser territorio en posesión, a espacio publico desposeído, y el proyecto,
de cuando las flechas bordadas en el corazón era inexistente, tal como el de en donde y cuando, que de tanto tenerle
apretado en un puño que casi parece una flor, es igual pero no es lo mismo,
pues entre inventos y tonterías se pasaron los tiempos en algún cajón esperando
otro tiempo para mejor suerte.
El tiempo Bambi, coincide con el del mimo, y por mucho que
la facturas fueran falsa, y los chozos otra historia, otro cuento, el misterio
de la provisionalidad daba paso al tiempo de
capricho. Ni que decir tiene que los damnificados, aunque dicen que se le pasaron
los miedos, solo aplauden por si acaso. Tiempo de proyectos. Tiempo de
concursos.
El descabellado hace que la imaginación se crea sus propias
mentiras, ciudad de la personas, construcción de un sueño, y como plaga siete
años dura la aventura micologica, justo cuando se le acababa el tiempo rosa,
tiempo de pegamentos, y se había terminado con todo el dinero que adelantaron
los constructores para, según se dice, crear infraestructuras para nuevas construcciones.
Total ciento ocho millones, cuatro para equipamientos para los pobrecitos
placeros. Más madera,
Llega el tiempo nuevo con poder suficiente, y las arcas vacías.
Lo cual me hace ver que el tiempo del
doctor los pobrecitos placeros luciendo la flor en el pecho le pedían equipamiento
y en segundos firmaba el cheque.
Que los mostradores estaban mal realizados, el de la empresa
subsidiaria, llamada global, ordenaba que rectificaran a gusto de aquellos que manifestaban
que no iban a subir el tomate. Que la concesionaria imponía una cuantía en
conceptos indefinidos, los placeros retorciendo su colmillo muestran el puño
cerrado indicando la virtud de no dar, y es el mismísimo doctor que con las
horas contadas para la inauguración polietapica, ordena la subvención. Plaza de
la mayor indignación, inauguración pasada la Esperanza.
Trato de entender que si tantas dificultades fueron fácilmente
solucionadas por el doctor Sánchez y sus colaboradores necesarios, como una vez
comprobado el error en lo de las puertas, y el incumplimiento de la Ley , como este equipo de
gobierno municipal, no lleva a cabo la rectificación- Aunque debo de incidir
que como no valen ya ni flechas, ni puños, ni pájaros, y menos, herramientas, sepan
pues que en el pecho de mi jersey blanco lo que tengo bordada es una vaca
lamiendo el hocico a su ternero, y digo yo que a lo mejor es por eso. Pero lo
otro seria volver a otro tiempo.
Sevilla a 5 de Septiembre de 2013
Francisco Rodriguez Estevez
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