El ahorro energético
En el punto opuesto de la calle sin puerta se encontraba. Me
disponía a abandonar la plaza cerrada e iba buscando la salida del laberinto,
cuando escuche al “gato montes” que se encontraba detrás de la columna final de
la travesía. No podría decir que me asustara pues evidentemente no era el rugido
de “Garfio” en llamadas de amor, pues lo mas seguro es que el salvaje animal haya
acabado bajo las ruedas de un camión.
En los tendidos del diez, dos toros, el primero y el ultimo
tienen el Sol garantizado, y el gato montes es presagio de abrir la puerta de
la plaza, en esta que llenaron de sombras permanentes, cuando se escucha, es
por las conexión llevada a cabo para el ahorro energético, que no tiene nada
que ver con las fotovoltaicas, y mucho menos que aquello, en el silencio de la
recogida pueda abrir ninguna puerta, salvo la de los servicios, Salida de
emergencia. ¿Gato?, siempre gato.
Los coloraos son los nuestro, pero la observación del
consumo furtivo, ni de bromas parece entenderlo siendo a los ojos tan iguales, tan diferentes, y como quien pisa el albero, llega a los
medios para santiguarse. ¡Dios, mío!
Algo que no se entendería, a no ser que sea un enigma
tal como planteaba el doctor para no tener que explicar el misterio en lo de la Encarnación de mis
carnes.
El gato montes sigue consumiendo energía con las correrías
que no son tonterías, si no ahorro energético. Mientras, en lo mas bajo se guardan los medios autorizados
para los desplazamientos y sotto vocce, para no ser notado por la larga
licenciada, que no es larga cambiada, advierte que tanto saber es para caminar,
única manera de bajar el colesterol de forma natural y que igual que se viene se va, aunque la puerta de salida no está
dispuesta en lado contrario de donde se podía escuchar al gato montes, pero que le vamos a hacer si es algo que no lo entendería,
pues siendo la puerta algo tan serio mas parece gato, y la broma, aunque signifique
comida, la verdad no era en absoluto motivo para persignarse. A decir verdad
dentro del laberinto uno siempre intuye que le pueda salir un toro.
Por esta vez esquivamos los derrotes de sangre, evitando los
hules, y una vez mas abandonamos la plaza, por nuestros propios medios. ¡Taxi!
Sevilla a 4 de Septiembre de 2013
Francisco Rodríguez Estévez
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