Pom, pom ¿Quién es?
Llamé a la responsabilidad, golpeado insistentemente la
puerta imaginaria. ¡Eh!, ¿Hay alguien ahí?
Me costaba entender que si había responsables como que no teníamos respuesta.
Me costaba entender que si había responsables como que no teníamos respuesta.
La mirilla delataba la presencia y confiaba que alguien contestara. Tiene la responsabilidad
ese plus de tener que estar siempre en el “candelabro” para que la ciudadanía entienda
lo imprescindible que resulta, claro que la eficacia tiene la ambigüedad del si
pero no, y el no pero si. Pues nunca todos estarán de acuerdo pues estarlo
seria un ejercicio de responsabilidad y los irresponsables, es decir los que no
tienen responsabilidad, al menos pueden tener la opinión acerca de las
actuaciones de los responsables, en especial si son responsables.
Pom, pom. ¿Quién es?, Soy la ciudadanía. ¿Qué quiere la ciudadanía?,
Pues cuando menos atención, sabe la responsabilidad el tiempo que llevo
solicitando la atención para que actúe en algo que será sumamente beneficioso
para este singular espacio publico, que incumple la Ley de sostenibilidad y que de
llevarse a cabo su realización evitarían que la ciudadanía siga buscando una
puerta inexistente, esa que por las risas del berlines y las palmas de los epígonos
de la flor, no hay manera de encontrar y con el cabreo la ciudadanía se acuerda
de los responsables, y crean que eso no esta nada bien.
Dice la responsabilidad que aunque parezca que estuviera
desaparecida, no deja de estar en todos los asuntos que las horas le permite,
solo que da a entender que no puede venir a lo de la puerta, y es pura lógica
que no pueda llegar a entrar por la puerta que espero, antes tienen que instalarla,
y eso solo corresponde, como no podía ser de otro modo, a las indicaciones que
desde la responsabilidad se marquen. ¡Todos a la puerta!
Sevilla a 6 de Septiembre de 2013
Francisco Rodríguez Estévez
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