miércoles, 18 de septiembre de 2013


Ocho que ochenta

 

Los indicadores de la situación nos hacen ver que estamos en ese punto que a estos les da igual ocho que ochentas.
 A decir verdad no se ha alcanzado todavía los ochenta casos, pero cada día superan ampliamente  el número de ocho las personas que buscan la puerta inexistente.

Surge pues, la posibilidad diaria de hacer llegar esta circunstancia a cuantos pudieran tener la responsabilidad, por mas que sin ser ni ocho, ni mucho menos ochenta, son tantas las veces que he reiterado esto, que con menos alguien debería de estar enterado y en cambio parece, por los resultados obtenidos, que nadie sabe nada.
 Esta situación que se hace inexplicable me lleva a la continua petición en la confianza de que alguna les llegue,  y es por lo que se las envío a ambos, aparte de todas mis direcciones de correos, pues es evidente que son solo dos las responsabilidades que gestionan el asunto de la plaza municipal de abastos en el metropol parasol, y como responsables directos, lógicamente, se encuentran al frente las dos personas que asumen la totalidad responsabilidad. De sus partes, con perdón.

Ambos representan a las partes que se le supone pueden decidir. Son otras partes, una por delegación es autoridad máxima de la parte municipal, la otra persona es un profesional de la gestión y asume, como gerente de la concesionaria, todo el poder de su parte para solventar el asunto.
 Así pues conocido los intervinientes, y sobradamente la intervención que se solicita, (la puerta automática, y la idoneidad del emplazamiento) preocupa sobremanera la coincidencia y el sincronismo de silencio que mantienen al alimon, y sorprende que ambas personas, tan distantes en sus intereses, se mantenga en una actitud pasiva y sin dar respuesta razonada, pues no haría falta que, aun en el misterio, las hicieran hermenéuticas.

Todo hace indicar que ni ocho, ni ochenta, ni tan siquiera ochocientas misivas, cuando se advierte que no existe voluntad en resolver este asunto de la puerta que se reitera con sobradas razones.

 Podría argumentar hasta lo inexplicable, pero como es seguro que nadie lo entendería, por eso cabe la posibilidad de que en la responsabilidad crean que la cosa se solucionará por si sola, como que no va con ellos, o lo mismo puede ser que piensen que de esto no se entera nadie. Por suerte no todos los lectores piensan igual.

Sevilla a 18 de Septiembre de 2013
Francisco Rodríguez Estevez

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